Conseguir esa silla es la culminación de un proceso consciente, duro y normalmente largo que lleva detrás una preparación tan deliberada como la de cualquier solista.
Bärenreiter inaugura con esta publicación un camino nuevo en la carrera del violinista de orquesta, ofreciéndole herramientas para su aprendizaje y desarrollo, y otorgándole un reconocimiento profesional del que normalmente carece. Consta de dos volúmenes en tamaño A-4: un libro corriente de lectura desde luego no es. Pero además de los muchos pentagramas con notación musical posee grandes secciones de texto: tampoco es una partitura al uso.
Es, en efecto, un híbrido, un cuidado manual teórico-práctico que busca el equilibrio entre los factores físicos y psicológicos, entre las aptitudes y las actitudes del músico. Está dirigido a profesores, alumnos, aspirantes, profesionales y curiosos, con partes aplicables sólo al violón pero otras plenamente extrapolables a otras secciones de la orquesta, en especial a los demás instrumentos de la familia; incluso me atrevería a decir que a algunos solistas no les vendría hojearlo (siempre que sus egos lo permitan).
Otro de los aciertos de la publicación es su concepción como un material abierto, que ha de ser usado de manera diferente dependiendo del perfil del usuario: no todas las secciones son útiles en la misma medida para todos, e incluso el orden en su lectura puede variar en cada caso. Todo el discurso está además hábilmente apoyado por referencias a literatura anterior, tablas clarificadoras y material suplementario disponible en www.orch.info
Quien se haya acercado al libro buscando otra recopilación tradicional de pasajes orquestales se sentirá decepcionado. Quien por el contrario desee sumergirse en la atmósfera que rodea al músico de orquesta y desee enfrentarse a ella desde una nueva perspectiva se verá plenamente satisfecho.