Conxita Badía, la amada alumna no sólo admirada por su maestro, al que visitaba frecuentemente en la Academia Granados, sino por la propia pianista barcelonesa (llamada cariñosamente por ésta “Conxiteta”) y por compositores tales como Joaquín Nin Culmell, el mismísimo Arnold Schoenberg o el violinista Yehudi Menuhim, tal y como desvela María Agustí Badía, hija de la ilustre soprano, en las entrañables notas que acompañan a esta histórica grabación, escritas con fervor y admiración tanto al compositor como a ambas artistas.
La voz de Badía, ya madura en este registro, pero sin muestras de quebrarse en ningún momento, revestida en ocasiones de una irresistible puerilidad, en otras de un punto adecuado de picaresca y gracejo, y sobre todo en La maja dolorosa nº 1, 2 y 3 de dramatismo sincero y nobleza de sentimientos, junto al siempre preciso y exquisito fraseo De Larrocha, otorgan una expresividad y cantabilidad genuinas a las piezas más íntimas de Granados. Este legado discográfico dejado por ambas, aunque modesto, otorga una referencia interpretativa indiscutible, con los presupuestos estéticos que el compositor deseaba a la hora de abordar sus canciones, transmitidos a través del arte de su alumna Conxita Badía.