Los talleres de luthería, como cualquier establecimiento legalmente establecido, además de nuestra propia actividad debemos cumplir una serie de requisitos legales y prácticos como son llevar la contabilidad y pagar nuestros impuestos.
A finales de año, como siempre, sacamos nuestras cuentas de como ha ido el año en curso. No hace falta ser un gran economista para ver que la actividad va menguando año tras año desde el 2008, debido a esta gran crisis a la que no se le ve final por ningún lado.
En una conversación reciente con dos grandes mayoristas y distribuidores españoles de instrumentos y accesorios de música, ambos me comentaban que del volumen de ventas correspondiente a España el 50% ya se hacía por internet a páginas web extranjeras. Aparte de los instrumentos y accesorios que se dejan de vender en España, hay que tener en cuenta que los impuestos repercutibles a las citadas ventas al extranjero también se pagan y también se van, tributando a otros países, quedándonos nosotros con las consecuencias de merma y empobrecimiento de recursos sociales y económicos correspondientes.
Las librerías tradicionales también están pasando por esto y ahora todos nos lamentamos del hecho de que tengan que cerrar. Más del 50 % de las ventas, ya sean en papel o en soporte digital se realizan por internet. Ya no buscamos entre las estanterías los autores preferidos, comparamos ediciones, escogemos entre versión original y una buena traducción o manosear y oler libros viejos y usados en las librerías de ocasión. ¿De quién es la culpa?
Encontrar en un mismo espacio instrumentos, accesorios y complementos es también una ventaja para los músicos, sobre todo por lo que representa el consejo, la recomendación, la selección personalizada de instrumentos y arcos y el savoir faire del “luthier de cabecera” y de las muchas otras experiencias que lleva acumuladas que pueden beneficiara todo el colectivo de músicos y estudiantes. Los instrumentos hay que probarlos y compararlos, al igual que los arcos, que hay que ver si se adaptan a nuestro instrumento y a nuestra mano. Si los luthieres se ven obligados a cerrar, ¿quién y cómo solucionará los problemas técnicos, reparaciones y reglajes de sonido? Por internet seguro que no.
Ya que de músicos hablamos, pues hablemos también de música. Si podemos escoger, que preferimos: ¿alta calidad o bajo precio? La música descargada desde internet en formato MP3 es más económica (e incluso gratuita) pero su calidad es muy limitada: el MP3 ocupa menos espacio en los reproductores de música a costa de recortar frecuencias, nada que ver con el formato que encontramos en los CD oficiales que contienen 10 veces más información. Somos tan irreflexivos y contradictorios que somos capaces de gastar mucho dinero en un buen reproductor de MP3 cuando el propio formato es pobre, limitado y deficiente, totalmente incomparable en cuanto a calidad con un equipo de alta fidelidad y unos buenos altavoces, que por cierto, apenas quedan tiendas que los vendan… Y las tiendas de discos también cierran una tras otra. ¿Ya no apreciamos la calidad ni queremos pagar un precio justo por ella? Aquí nos volvemos a engañar a nosotros mismos, las gangas no existen.
En cuanto a la música en vivo y en directo: la calidad y las emociones que nos transmiten los músicos que la interpretan no tiene precio ni parangón. Debemos conseguir que a los músicos se les pague lo que se merecen por sus actuaciones en directo sin defraudarlos ni subvalorarlos. ¿A qué estamos jugando?
Debemos ser más inteligentes y solidarios también con los talleres locales y preocuparnos más por el contacto directo, humano y por la proximidad. Deberíamos remover un poco nuestras consciencias y ser más reflexivos. A veces un pequeño gesto puede tener consecuencias muy positivas. El futuro de todos nosotros está en juego.