Doce Notas

Compositores polacos 2 (Chopin exclusive). Witold Lutosławski un centenario muy moderno

notas al reverso  Compositores polacos 2 (Chopin exclusive). Witold Lutosławski un centenario muy moderno

Lutoslawski

No me atrevo a emitir un juicio propio sobre Witold Lutosławski (Varsovia 1913-1994). Estoy lejos de tenerlo y todo lo que diga ahora sólo puede ser precipitado o plagiado. Por más que este fin de semana haya escuchado más música suya que en el resto de mi vida.

Leo en una entrevista de la exquisita Muzyka w mieście (Música en su entorno) al compositor suizo Heinz Hollinger, que califica su música “tan refinada, tan delicada – y en el fondo tan complicada– como la música de Mozart”. Supongo que hay que ser compositor para establecer semejantes paralelismos, no obstante es evidente que la música de Lutosławski obliga a una segunda audición. Sin esa premisa difícilmente puede uno internarse en su universo o en otros universos musicales. Hay galaxias, pequeñas o grandes, tanto da, que están pero no vemos. No, no creo que la suya sea una música asequible (pérfido eufemismo cuando acompaña a un compositor del siglo XX).

A lo largo de la semana pasada la emisora clásica de la BBC le dedicó un espacio diario. En Londres Lutosławski suena cada año, haya o no efeméride que lo justifique, y algunos lo sitúan con Krzysztof Penderecki, entre los compositores polacos del siglo XX más interpretados. Entre los muchos valedores de Lutosławski encontramos a la violinista alemana Anne Sophie Mutter, divulgadora de su música y destinataria de su Concierto para violín. Obra que ella misma estrenó y el viernes pasado volvió a interpretar con la Filarmónica Nacional de Varsovia y Anton Wit a la batuta.

En Wrocław disfrutamos de otro solista de excepción Garrick Ohlsson, quien hizo lo propio a la misma hora con el Concierto para piano de Lutosławski, estrenado por otro polaco ilustre: Krystian Zimerman.

Lutoslawski sinfónico (25/01/2013)

Cuando escribo sobre un compositor acostumbro a tener su música sonando de fondo. Al principio me parecía un poco pose, una pedantería quizás. Me equivocaba. Escuchar la música de aquel al que uno intenta entender o parafrasear ayuda a ser más permeable a sus palabras. De verdad, hagan la prueba si no la han hecho ya. Estoy seguro de que notarán una cierta empatía entre sus palabras tecleadas y las notas que suenan.

La Orquesta Filarmónica de Wrocław, cuyo nombre íntegro es precisamente Filharmonia Wrocławska im. Witolda Lutosławskiego (el compositor apadrinó su fundación), desplegó toda su artillería orquestal en un programa, en cuya segunda parte se pudieron escuchar la suite orquestal de El Pájaro de Fuego de Igor Stravinsky y La Valse de Maurice Ravel.

El raquítico Jacek Kaspszyk y el orondo Garrick Ohlsson, se encargaron de dar cuenta del homenajeado con el exigente Concierto para piano de 1988. Salvo en la cadenza, de un bello lirismo, la partitura de Lutosławski transcurre entre frases breves y fugaces, aparentemente aleatorias se diría. En apariencia sólo, porque la obra está perfectamente estructurada. He aquí la gran dificultad que entraña dirigir estas obras. Donde parece no haber más que ideas sobrevenidas inconexas, en el fondo hay mucho más orden del que preveemos. Pensamientos musicales aparecidos como por generación espontánea quizás, pero con una lógica de conjunto. Como una composición de Kandinski o una mirada mironiana.

Kaspszyk logró conferir a la música la lógica, el sentido y sobre todo la unidad y pertenencia de las frases entre sí. Que no es poca cosa. Más distendido en la segunda parte, dirigió de memoria y se desenvolvió como pez en el agua entre estos cetáceos orquestales. Por momentos sublime sonó la adaptación sinfónica del ballet strawinskiano, todo un compendio de escritura y plasticidad orquestal. Al refinamiento neoclásico de Stravinsky le siguió la bella deformidad, rica en ideas, de La Valse finisecular.

Kaspszyk dibuja al dirigir. Sus trazos en el aire dan lógica plena al discurso, son extraordinariamente didácticos para seguir la sintaxis musical. En La Valse hace encajar las piezas de un puzle, que muchos diríamos no corresponden entre sí. El vals de Ravel es un caleidoscopio desbaratado por la lógica de un niño. Como si éste pintarrajeará la partitura previa, y de su inconsciente atrevimiento resultara una composición más interesante que la del vals original.

Lutosławski camerístico (24/01/2013)

Parece Coppola en frente de un piano. El pianista norteamericano Garrick Ohlson abarca una octava y media cuando extiende la mano. Su doble actuación en Wrocław nos permitió disfrutar de una excepcional obra de cámara no excesivamente frecuentada en nuestros días: el Quinteto con piano de Bela Bartók. Esta obra de juventud cerró el primer concierto homenaje a Lutosławski (en la primera parte escuchamos el cuarteto de cuerda del compositor polaco), que tuvo como no menos excelente compañero de reparto al Quartet Lutosławski. Como podrán imaginar esta prestigiosa formación camerística tiene en 2013 una agenda muy apretada. Los cuatro solistas se convertirán en el mejor embajador del nombre que  acompaña a su formación. En Wrocław iniciaron una gira, que les llevará por toda Europa y Asia. A la par seguirán grabando la integral del músico, empresa que junto a la Filharmonia Wroclawska llevan entre manos desde hace años.

A Lutosławski  se le puede llegar por Bartók. Es ésta siempre una buena vía y fiable para llegar a buen puerto. El Quinteto de Bartók, en versión del cuarteto polaco, sonó como si fuera un Brahms avanzado, plagado a su vez de sonoridades impresionistas. Una obra rica en ideas, visionaria y en las antípodas de la previsibilidad. Una mezcla entre la lógica germánica, la intuición y la alquimia. Una delicia que justifica por sí sola un mayor protagonismo tanto de la pieza como de los intérpretes.

Salir de la versión móvil