Doce Notas

Abbado en Camelot

Abbado recibiendo el Premio Don Juan de Borbón. ©Rosa Blanco

Del medio centenar de candidaturas llegadas desde instituciones musicales de todo el mundo, en esta cuarta edición se ha vuelto a valorar especialmente la contribución a la paz y al entendimiento entre los pueblos, factor común que une el nombre de Abbado al de quienes le han precedido: Maria João Pires, José Antonio Abreu y Sir Simon Rattle.

Creado en el marco de la Fundación don Juan de Borbón, que preside el Príncipe de Asturias, el premio se instituyó para honrar a una gran figura internacional que hubiese dedicado su vida a hacer de la música un bien común de la Humanidad y una energía impulsora de la belleza del alma humana. El Jurado, según consta en el acta, ha visto en Abbado uno de los grandes directores de orquesta de la historia, un director legendario tanto por su calidad intrínseca como por su compromiso con el arte de nuestro tiempo y su entrega a los jóvenes, uniendo a talentos jóvenes de Europa oriental y occidental.

En el juicio pesaban las múltiples iniciativas acometidas en este sentido por el milanés. Como el proyecto Musica-realtà, de los años setenta en el que, junto al pianista Mauricio Pollini y el compositor Luigi Nono se propuso acercar la música a obreros y estudiantes de la Reggio Emilia italiana, en un gesto que repetiría como director del Teatro alla Scala de Milán, a cuyo frente se mantuvo entre 1968 y 1986. Un compromiso con los jóvenes, que ha continuado materializando. Lo demuestra la creación en 2003 de la Orquesta del Festival de Lucerna. O, un año más tarde, en Bolonia, la Orquesta Mozart –a la que ha destinado los 30.000 euros del premio–, integrada por jóvenes valores de toda Europa, y vinculada a diversas iniciativas sociales. Como el proyecto Tamino, en apoyo a pacientes de hospitales pediátricos, o laboratorios y talleres musicales en cárceles.

Tras la lectura del acta, Claudio Abbado, que a finales de este mes cumplirá los 78 años, elogió la evolución experimentada en la afición española por la música desde que, dijo, “con 18 o 19 años vine por primera vez a este país con la orquesta de cámara de mi padre”. Hasta el punto de, una vez manifestada en rueda de prensa previa su insatisfacción por el momento que atraviesa la cultura en su país, poner al nuestro como ejemplo. “En Italia”, comentó, “tenemos muchas cosas que aprender de España”.

Seguidamente mostró su satisfacción por el reconocimiento que consideró “Un honor y un placer”, por haberlo recibido anteriormente José Antonio Abreu, que ha brindado a tantos jóvenes la posibilidad de redimirse por la música. “Siempre es mejor tener entre las manos un instrumento musical, que un arma para matar a la gente”, constató. Cerró su alocución diciendo “yo me expreso mejor con la música que con las palabras”. Para demostrarlo seguidamente como muestra de agradecimiento, frente a un grupo de intérpretes de la Orquesta Mozart, que cerró el acto en la Sala de Reyes del Alcázar segoviano con el Concierto en Do menor BWV 1060 de Johann Sebastián Bach para violín y oboe, con Isabelle Faust y Lucas Macías Navarro como respectivos solistas.

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