Doce Notas

Cecilia Bartoli pone su voz al servicio de un olvidado barroco

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Donna Leon y Cecilia Bartoli © Decca

La investigación es un factor determinante en el trabajo de los últimos años de Cecilia Bartoli, la mezzosoprano que no duda en autoproclamarse, llegado el caso, ratón de biblioteca.

Fruto de esas pesquisas son algunos de sus álbumes más recientes. Como Opera proibita, rescatando temas que levantaron ampollas en la Venecia de su tiempo hasta proscribirlos en un índice de innombrables. O Sacrificium, centrado en torno al también espinoso mundo de los castrati. Mission, su nueva entrega para el sello Decca, al que permanece fiel desde los inicios de su carrera, se presentaba esta tarde en un hotel próximo a la madrileña Puerta de Alcalá.

El nuevo disco, que aparece en una cuidada edición, acompañada de un lujoso libreto, viene a resucitar la obra de Agostino Steffani, alumno de Giacomo Carissimi en la escuela germano-húngara de Roma. Con el fin de, en palabras de Maider Múgica en representación del Grupo Universal, “devolver a este compositor el lugar que merece en la Historia de la Música”. Alguien de quien, a pesar de “haber creado 16 óperas y un gran corpus de música sacra, incluyendo un bellísimo Stabat Mater”, comenta Bartoli, que desde este año comparte sus  dedicaciones con la responsabilidad artística del Festival de Pascua de Salzburgo. “Es una pena que en un Cd no quepan más que 80 minutos”, añade.

Lo cierto es que se ha dejado mucho sin incluir en esta ocasión, en espera tal vez de un segundo intento que complemente esta Mission para la que ha contado, además de con la presencia estelar para distintos dúos del contratenor invitado Philippe Jaroussky, con el Coro de la Radiotelevisión suiza, la orquesta de instrumentos antiguos I Barocchisti, de Lugano y el director de orquesta Diego Fasolis. Por ahora, a parte de esa música inédita recurrirá para dar forma a la gira europea de conciertos en los que empleará gran parte de su actividad en los próximos meses, incluyendo diversas presencias en España. Las dos primeras, en diciembre: el día 10, en el Auditori de Barcelona,  y el 12 en el Auditorio Nacional de Madrid, en un concierto extraordinario del CNDM. Para marzo, Bartoli anuncia una gira que la llevará a Zaragoza, Valencia, Valladolid, Oviedo y Pamplona.

Búsqueda compartida

Sin embargo, a pesar del ingente acervo de música que ahora Bartoli maneja entre sus manos, hasta que ella decidió investigar en archivos de Londres, Viena y Múnich, no se conocían de Steffani más que algunos dúos aislados.  Fue por esa vía por la que se encontró, dice, “frente a un compositor al que podemos ver como precursor de Haendel y Bach,  puente entre el final del Renacimiento y el inicio del Barroco; entre Monteverdi y Cavalli”. En las creaciones de Steffani, Bartoli percibió inmediatamente una fuerza muy especial, “porque es una música espiritual sin ser necesariamente sacra y, por encima de todo, muy virtuosística”.

Si a esto añadimos las luces y sombras al intentar definir el perfil del personaje: ¿Castrato o no? ¿Clérigo o seglar? ¿cómo pudo llegar a obispo sin haberse ordenado sacerdote? ¿Embajador y a la vez espía del Vaticano los años que vivió en el Norte de Alemania?… comprenderemos la profunda fascinación que en ella produjo el huidizo Steffani. Ante tantas interrogantes, es normal que Bartoli acudiese para dar consistencia al proyecto a la complicidad de la novelista Donna Leon, conocida por sus bestsellers con trama policiaca centrados en Venecia, donde la escritora norteamericana ha vivido un cuarto de siglo, aunque su producción continúe sin ver la luz en italiano. “Cuando encontré la maravillosa música de un compositor olvidado, cuya vida había transcurrido rodeado de secretismo, pensé: este es un caso para Donna Leon”, comenta Bartoli. Y así es como Donna fraguó su nuevo libro, Las joyas del paraíso que, editado por Seix Barral, aparece en España simultáneamente con Mission. La química entre la cantante y la escritora, cristalizada en una buena amistad, lo prueba el hecho de que, en 2006, Leon dedicase a Bartoli su novela Through a glass, darkly (A través de un cristal, oscuramente).

Lo cierto es que Donna Leon, que puestos a pensar en otro compositor a quien dedicar un libro sería Gesualdo da Venosa, siempre ha manifestado un amor por el canto, especialmente por el color vocal de las mezzosopranos, que encuentra “muy especial”. Hasta el punto de haberse ofrecido como mecenas, auspiciando la aparición del primer trabajo discográfico de la mezzo española Maite Beaumont, cuya carrera ha apoyado incondicionalmente. “Aunque hace mucho que no sé nada de ella”, comentaba a Doce Notas tras el encuentro con los medios. “Se casó, nació su hija Alma y le perdí la pista hasta el año pasado cuando hizo una ópera en Innsbruck. Pero es muy buena cantante”.

Tras estampar junto a su firma el lema “viva la cultura”, surge la pregunta inevitable, en el mismo momento en que, a pocos metros de allí, se van desvelando los ajustes presupuestarios del Gobierno: ¿Qué opina de los recortes en cultura? Su respuesta es contundente. “Lo que quiero decir es algo que no debo decir, porque no conozco a los políticos españoles. Pero hablando en términos generales, mi abuelo solía comentar ¿Qué vas a esperar de un cerdo sino un gruñido? A partir de ahí, no me sorprendo de nada. Esto es un acto de personas que no valoran la cultura. Tal vez piensan que es un regalo para nada. No comprenden que no sólo da felicidad. También genera empleo para miles y miles de personas: los músicos, los artistas, todos los que trabajan en el teatro…”.

Para concluir al saber que Costa Gavras, en una entrevista radiofónica en la Ser, la defendía esta misma mañana comentando que es lo último a lo que se debe estrangular económicamente. “¡Bravo, bravo y bravo!. No se debe. Y ya digo que no estoy hablando del arte en el sentido etéreo, sino en el práctico. De acuerdo con que no produce vasos, ni cucharas… pero ¿lo produce el fútbol?. El fútbol aporta felicidad, placer, a quienes le gusta esta actividad. Y lo mismo ocurre con la cultura. Como pasa con los niños, que también nos transmiten felicidad?. Vamos a dejar de tenerlos porque no son productivos?. Nos procuran felicidad, y la felicidad es lo más importante en la vida”.

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