Sergio Balseyro
Hace algunas semanas, cuando decidí no aceptar la oferta de continuar dirigiendo el Festival de Música de Alicante, tras diez años de labor en la perla mediterránea, me venían sobre todo recuerdos de aquellos amigos con los que he compartido faenas en esa década. Uno de ellos, cita inexcusable en cada edición, era Sergio Balseyro, crítico musical en el periódico La Verdad, pero también comentarista, difusor cultural y muchas cosas más.
Cada año, la entrevista que Sergio me realizaba, siempre a bolígrafo y cuaderno, era un momento especial. Además de las preguntas, se interesaba por todo aquello que luego no salía publicado, por ejemplo, “¿qué pasa con la música electrónica, seguís con ella?” Le gustaba mucho esa actividad, la más delicada de cara a captar público general. Sentía verdadero interés por las actividades del Laboratorio de Informática Musical y tenía una buena amistad con su coordinador, Adolfo Núñez.
Ahora, sabiendo que Sergio nos ha dejado, me pregunto si no intuía yo algo respecto a un cambio de clima en la ciudad de Esplá. Sus pocos pero buenos periodistas culturales eran una familia y en el tiempo del Festival nos veíamos a diario, a veces por la mañana y por la tarde, y no pocas veces por la noche.
Las críticas de Sergio eran en general acertadas, no siempre complacientes (como debe ser) y atentas al detalle; sus crónicas previas eran de lo mejor, se sabía de memoria la historia del Festival. Creo que los actuales responsables de la prensa española, esos que están redefiniendo los medios con el argumento agrio e incontestable de la crisis, no saben lo que cuesta formar una personalidad como la de Sergio Balseyro, ni el lujo que significa tenerlo en una ciudad como Alicante que, pese a su ferviente clima cultural, tiene lo que puede tener una ciudad de su tamaño. Sergio hacía de todo, y en los últimos dos años se desdoblaba para atender a dos periódicos, La Verdad y Las Provincias (por obra y gracia de las compras de Vocento), que aunque clonaban las páginas, le obligaba a atender dos redacciones a la vez.
El mejor Balseyro sobrevino justo antes de esa patética concentración de medios, además de saber todo lo que se movía culturalmente en su área, aún tenía tiempo para promover actividades de jazz e incluso invitarnos con la fuerza de su persuasión a una boutique de lencería erótica que unas amigas acababan de abrir y que, aparte de lo suyo, querían tener su poquito de cultura. Nos decía quién era quién en cada momento, como iban las noticias de ese siempre esperado Auditorio Sinfónico que él ya no conocerá, que espacios nuevos pitaban entre los jóvenes… en fin.
Sergio, amigo, ahora siento alivio al saber que no viviré un Festival de Música sin tu presencia; me hubiera sido muy difícil. No sé cómo se va a arreglar el roto que dejas en una prensa cultural ya muy tocada, y me temo que simplemente no se arreglará. Me queda el impagable recuerdo de esos diez años en los que cada septiembre se renovaba el rito de encontrarnos y compartir la máxima profesionalidad con el gesto desenvuelto y seguro de los viejos colegas. Estoy convencido de que Alicante no tiene lágrimas suficientes para llorar tu pérdida.
Tu amigo, Jorge Fernández Guerra