Este método une la terapia médica con una danza. Los grupos de bailarines los conforman personas de ambos géneros y de diferentes edades. Sus diagnósticos son muy variados: desde el síndrome de Down y parálisis cerebral hasta distintos tipos de discapacidad intelectual. Cada una de ellas encuentra en el psicoballet lo que necesita. Los autistas consiguen abrirse a la comunicación, los hiperactivos aprenden a concentrarse.
Los movimientos rítmicos y la música clásica convierten esta actividad en uno de los métodos más agradables de tratamiento. Los padres de las personas con trastornos mentales y neurológicos afirman que notan cómo el estado de sus hijos evoluciona de una sesión a otra.
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