Levinas ha buscado en La metamorfosis sobre todo una sonoridad especial, la de una voz rota, ampliada, multiforme y, en última estancia, animal. No por casualidad cita al canto tibetano o a Stimmung de Stockhausen. Lástima que no haya conocido las experiencias del mítico grupo teatral británico Roy Hart Theatre. O si lo ha conocido no lo dice.
Esta ópera nació como una coproducción entre la Ópera de Lylle y el IRCAM de París, que proporcionó al compositor el tratamiento informático para llevar esa ampliación vocal a donde las técnicas vocales no llegaban, especialmente con la colaboración de Benoit Meudic, convertido gradualmente en colaborador literario de la versión francesa.
Hace algunos meses, quizá la temporada pasada, se pudo ver por Internet (ARTE Live Web) esta producción. Ahora llega al CD gracias a los buenos auspicios del motivado sello AEON. Curiosamente, la grabación puramente sonora potencia esa sensación de vocalidad ampliada que tanto ha interesado al compositor; se siente incluso la cercanía de Stimmung en mayor medida que asistiendo a una presentación completa de la ópera, lo que convierte a este CD en una pieza sonora muy interesante, lo que es poco habitual en grabaciones de ópera, especialmente contemporánea. Hay como una suerte de madrigalismo ritual muy sugestivo.
Ese protagonismo vocal deja en segundo plano al acompañamiento instrumental, aspecto en el que Levinas siempre ha tenido curiosas carencias imaginativas. En todo caso, tanto la electroacústica proporcionada por el poderoso IRCAM, como la intervención del Ensemble Ictus dejan una sensación de calidad y solvencia para la parte algo rústica del tejido instrumental.
Desde el punto de vista del tratamiento de la célebre novela de Kafka, Levinas se ha asegurado un excelente aparato conceptual e intelectual. Tanto el canto del progresivo monstruo en que se va convirtiendo Gregor Samsa, apoyado por la voz fenomenal de Fabrice di Falco, que cubre desde el registro de contratenor hasta el de bajo profundo; como las prestaciones de Magali Léger en el papel de su hermana dejan una sensación de plenitud vocal de gran interés.
Como corresponde a un trabajo en clave experimental, el acercamiento al original kafkiano es elusivo, más que contar la historia, la evoca a partir de sus sugestiones sonoras, especialmente las que emanan de la voz. Contiene, sin embargo, notables momentos líricos con movimientos corales de gran intensidad.
La ópera contiene un prólogo que el compositor ha considerado necesario para no entrar en la historia en frío. Para ello ha contado con un texto, Je, tu, il, de la dramaturga francesa Valère Novarina.
El resultado global posee calidades muy pronunciadas y, como espectáculo lírico con lenguaje moderno, alcanza una densidad expresiva singular. Se puede estar o no de acuerdo con este punto de partida, pero para un compositor francés de su generación e implicado en el último gran movimiento del pasado siglo embarcado en el análisis y la desintegración del sonido, no hay otra opción. Resulta, pues, muy grato encontrarse con un resultado tan sensual y cálido como esta Metamorfosis, una visión del universo de Kafka nada sencilla y escasamente habitual en el campo de la ópera.