Hélène Grimaud. © Mat Hennek
Puede que no parezcan demasiadas, pero todas ellas son de primer nivel y hay que reconocer que nos estamos refiriendo al ciclo con más peso y solera en cuanto a tradición sinfónica en España se refiere. Y ya sabemos que la batuta no es cosa de mujeres… las razones son por todos conocidas, y por pocos comprendidas; sin embargo, parece que una nueva hornada de jóvenes directores –con e, no con a–, se está abriendo camino (Dudamel, Bringuier…).
Pero volviendo a lo que nos ocupa, empecemos por destacar en estos meses de febrero y marzo la interpretación de la polifacética mezzosoprano inglesa Sarah Connolly (21 feb.), junto a Toby Spence, de Das Lied von der Erde, de Mahler, acompañada por la London Philharmonic Orchestra, nada menos; al día siguiente (22 feb.), podremos disfrutar de nuevo de la batuta de Nézet-Séguin dirigiendo a la LPO así como a la mezzo y soprano Anna Caterina Antonacci cantando uno de sus caballos de batalla: La mort de Cléopâtre, de Berlioz.
Hélène Grimaud (16 marz.) interpretará el Quinto de Beethoven bajo la dirección de Thielemann y podremos disfrutar de otro concierto de Beethoven, esta vez el de violín, el op. 61 en re mayor, en las cuerdas de la joven Lisa Batiashvili (7 feb.) bajo la dirección de Jaime Martín al frente de la Orquesta de Cadaqués.
En España, casos como el de Isabel López Calzada, directora de la OSMUM, la Orquesta Sinfónica de Mujeres de Madrid, o el de Gloria Isabel Ramos que, recordemos, dirigió a la London Symphony Orchestra en la temp0rada Ibermúsica 2009-10, siguen quedando aislados.