El presente artículo se propone una reflexión sobre la importancia de la educación musical en el desarrollo global del niño, por un lado, y las capacidades musicales de los niños en la edad temprana, por otro. El tema se observa desde diferentes ángulos: psicológico, social y pedagógico. Se expone un estudio de las capacidades musicales de los niños de 2 a 5 años, según diferentes pedagogos españoles, búlgaros y rusos. Este estudio pretende ayudar a los maestros de educación infantil para mejorar la efectividad de su intervención pedagógica musical.
Introducción
En la edad infantil (de 2 a 6 años) la actividad musical por excelencia es el juego. La espontaneidad en la realización de movimientos y en la entonación de canciones, es un factor intelectual y biológico muy importante para el desarrollo mental, físico y emocional del niño. En este sentido Lacarcel (1995:24) opina: «Los niños más pequeños, ante el estímulo de realizar ejercicios atractivos y de dificultad adecuada, no solamente se entrenan a nivel físico y sensorial como podríamos suponer, sino que potencian continuamente su desarrollo intelectual. Las actividades musicales han de estar pensadas para ejercitar el desarrollo y el pensamiento tanto individual como social del niño.»
En definitiva, la psicología musical demuestra que la música incide directamente en las facultades humanas: favorece el desarrollo mental y emocional, desarrolla la sensibilidad, la voluntad, la inteligencia y la imaginación, y por qué no, la apreciación de la belleza. La actividad musical potencia la expresividad, la creatividad y la memoria.
La Psicología Social también se ha interesado por la música y la educación musical. Sus investigaciones han analizado la evidente relación entre música y sociedad, la influencia del ambiente musical escolar en la formación musical de los niños, y también, han buscado un modelo teórico para la integración social a través de los gustos musicales.
Todas las investigaciones muestran claramente la gran influencia de la sociedad y los medios de comunicación, en las preferencias y actitudes musicales de los jóvenes. La gran responsabilidad del pedagogo, es guiar adecuadamente a los niños, desde sus primeros años, con experiencias y conocimientos que les ayudarán a elaborar sus propios criterios, a la hora de seleccionar sus audiciones y actividades musicales.
La musicalidad como capacidad de percibir, sentir y expresar la música
Todas las personas evolucionan con la edad. Su desarrollo depende de la interacción entre su herencia genética y el medio ambiente. La evolución de cada persona es un proceso individual ordenado en etapas acumulativas. Se heredan unas estructuras anatómicas y fisiológicas que sirven de soporte para los aprendizajes intelectuales y procedimentales. Se hereda el potencial, que aprovechamos más o menos, en función de los factores medioambientales y los procesos de aprendizaje. La incidencia del medio es tan importante que a veces supera lo genético. La musicalidad, como capacidad de percibir, sentir y expresar la música, existe en todas las personas en distinto grado, pero es necesario desarrollarla y potenciarla.
Los niños desarrollan su musicalidad, dentro del medio familiar y de la sociedad en general, y a través de la educación que reciben en la escuela infantil. Fridman (1997:113) en este sentido habla de la responsabilidad del medio familiar y de la sociedad en general para favorecer este desarrollo de manera decisiva y contribuir en la formación de la personalidad del niño.
Los pedagogos musicales, en educación infantil, deben tener en cuenta las capacidades psicopedagógicas que tienen los niños y cómo evolucionan en cada edad.
El feto, durante la gestación, está preparado para percibir estímulos sensoriales; principalmente el sonido. Varios investigadores que analizan las respuestas fetales al sonido como Tomatis (1969), Kuntzel-Hansen (1981), Moch (1986) y Petrie (1981) coinciden en que sobre la séptima semana de gestación, el feto puede comenzar a oír, y que alrededor de la semana 17, todos los sistemas sensoriales son operativos.
A los pocos días de nacer, el bebé muestra una clara preferencia por la voz de su madre, sensibilidad al timbre y a la intensidad. Las experiencias auditivas son las primeras que ponen al niño en contacto con el mundo que le rodea. La música puede desempeñar un papel muy importante en la vida del recién nacido. Los investigadores aseguran que estimula el hemisferio derecho del cerebro, el cual rige las emociones, las intuiciones y calma el llanto. Todos los bebés muestran tranquilidad y atención ante la música susurrada o cantada. También se sabe que los sonidos graves le tranquilizan y los muy agudos le molestan.
Las capacidades musicales de 2 a 5 años según los pedagogos
Muchos pedagogos se preocupan por la cuestión: ¿cuándo se debe empezar la enseñanza de la música? o ¿es capaz el niño muy pequeño de aprender música?
Willems (1981:12) cita un artículo de Kodaly en el que le preguntaban: “¿Cuándo conviene comenzar el estudio de la música? a lo cual respondió: nueve meses antes del nacimiento. Desde entonces cambié de parecer y hoy respondería: nueve meses antes del nacimiento de la madre”.
Los estudios psicológicos indican que entre los 2 y 6 años, la capacidad de percibir y sentir, alcanza su máximo potencial. Esto debe ser aprovechado por los educadores. En esta edad, las actividades musicales, son muy propicias para fomentar el desarrollo físico, intelectual, afectivo y emocional. A través de ellas podemos potenciar la atención, la concentración, la imaginación y la creatividad. Para conseguirlo es imprescindible, para el educador, asegurarse de que el niño disfruta plenamente con la música.
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Anelia Ivanova Iotova, Departamento de Expresión Musical y Corporal. Facultad de Educación, Universidad Complutense de Madrid.