Doce Notas

Carta abierta de compositores e intérpretes de música contemporánea

Señor Ministro,
Señor Director,

Nosotros, compositores, músicos y ensembles dedicados a la música contemporánea, hemos tenido noticias hace unos días de la nominación de residentes de la Academia de Francia en Roma para el año 2010/11 entre los que se encuentran, en lo que respecta a la disciplina de música, dos artistas intérpretes [Claire Diterzi y Malik Mezzadri] pertenecientes a lo que se entienden como músicas “actuales”.

No vean ningún desprecio por nuestra parte por las músicas diferentes a las que nosotros escribimos y defendemos. Sin embargo, estos músicos, más populares, llegan a un público de por sí numeroso y gozan de una mediatización más amplia que la nuestra. Además son defendidos por numerosas estructuras y por el propio Estado que no cesa de ponerlo en relieve.

Por esta razón, acogerlos en una institución que originalmente estaba destinada a la creación musical contemporánea no hace nada más que afirmar esta situación de desequilibrio ampliamente presente en la sociedad cuando el Estado debería, en nuestra opinión, trabajar para reequilibrar la situación.

Vemos en esta decisión un desentendimiento por parte del Estado en lo que concierne a la música contemporánea que prolonga una tradición musical inscrita en la historia del arte y fundada desde hace siglos sobre la exigencia de la escritura, la reflexión sobre la escucha, prolongando así numerosas experimentaciones e innovaciones aportadas por nuestros predecesores y desarrollando en consecuencia las tecnologías más avanzadas.

La Villa Medici es en Francia una institución que, más que en ningún otro sitio, ofrece una ocasión única a los jóvenes compositores de consagrarse, de manera entera y absoluta, a la escritura musical. Propone un verdadero taller de trabajo a los artistas que no son intérpretes.

Reducir el número de compositores de música contemporánea portadores de proyectos ambiciosos y audaces y reemplazarlos por músicos que están ya en la industria musical y son capaces de vivir de la escena, es negarse a tener en cuenta el rigor de su trabajo y tratarlos con desprecio.

La obras de orquesta, las óperas exigen un largo tiempo de gestación y las obras que escriben en este momento serán quizá las clásicas de los futuros siglos. Si las estructuras que los acogía hasta ahora reducen el número de posibilidades que se le ofrece, ¿cómo van a poder desarrollar las formas y los lenguajes musicales nuevos, por definición no conformes con los estándares comerciales?

Nuestra reacción es una mezcla de cólera y de inquietud. Pues nos parece evidente que lo que para algunos será una “apertura” no es nada más que el reflejo de un desinterés por el arte no directamente rentable en provecho de una producción artística que, seductora por esencia, tiene la facultad de poner a todo el mundo de acuerdo sin ningún esfuerzo. Nosotros no vemos nada más que demagogia y cálculo político en esta supuesta apertura.

Sí, nos encolerizamos al constatar que este reclutamiento se hace de manera unilateral, bajo el efecto de una presión política y no una decisión artística, que ha provocado la dimisión de portavoces musicales. Estamos encolerizados por constatar que el Estado, que es en parte productor y difusor de nuestra música, no es consciente del papel eminentemente activo de la música contemporánea francesa en el mundo, ni de la influencia que tiene en el plano internacional desde hace muchos años, ni tampoco del hecho de que, la ayuda que nos ha aportado hasta ahora era la admiración de la mayoría de países, especialmente en el mundo anglosajón.

En fin, Señor Ministro, Señor Director, estamos inquietos de ver cómo la situación del arte y de la cultura se degrada en Francia; el problema que vemos en la Villa no es más que una revelación de una renuncia más generalizada del Estado que se traduce igualmente en la congelación anunciada de las subvenciones. La impotencia cada vez mayor de las DRAC (Direction Régionale des Affaires Culturelles) a ayudar a los artistas, la precariedad creciente de los ensembles musicales, la disminución de ayudas a la creación y a los encargos a compositores, la desaparición o reconversión de ciertos festivales antaño dedicados a la música contemporánea, la dificultad en aumento a difundir nuestras obras sobre nuestro territorio, la expatriación reciente de nuestro compositores hacia otros países donde encuentran los medios para su subsistencia mejor que en Francia.

Cuando la creación contemporánea y la investigación musical son sostenidas al más alto nivel por el Estado, es la innovación y el dinamismo cultural de Francia los que perduran. ¿Queremos ofrecer al mundo una visión de la cultura francesa constituida exclusivamente por las producciones comerciales efímeras?

Lo que muestra vuestra decisión impuesta de forma tan brutal, nos invita a pensar que ustedes renuncian a proteger nuestro arte. No dejaremos que esta renuncia se instale en la indiferencia y en la inacción. Si se favorece, en nombre de una supuesta diversidad, la entrada de músicas actuales en el seno de estructuras originalmente dedicadas a la música contemporánea, entonces será equitativo que estas últimas se beneficien igualmente de las ayudas reservadas hasta aquí a las músicas más mediáticas.

Pensamos que una sociedad que abandona a los investigadores y artistas que trabajan en obras que llevan el futuro en sus gérmenes es una sociedad volcada a ser sobrepasada por otras. Estamos convencidos que nuestro trabajo, nuestras producciones, incluso sin contar inmediatamente con un gran público, no son menos importantes en la dinámica de nuestro país. Testimonian de la diversidad, de la renovación cultural de la que Francia es capaz.

Pero para que esta dinámica siga viva, es indispensable que el Estado manifieste su apoyo a los artistas, no solamente renovando y ampliando los presupuestos destinados a la creación, sino también ayudando a su difusión, especialmente a través de la educación. Es una apuesta para el futuro y es con verdaderas elecciones políticas que pueden ayudarnos en esta empresa.

Por todo lo expresado aquí, les pedimos, Señor Ministro, Señor Director, que tomen nota de estos argumentos que les sometemos con el fin de poner en marcha los medios a la altura de la ambición que tienen puesta en este país.

Atentamente,
Compositores e intérpretes “actuales”. París, 4 de junio 2010

Ver Musiques en vrac

Ver también La creación musical en peligro. No la dividamos más

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