Doce Notas

Especial festivales: Paso a lo joven

Jove Orquestra de la Generalitat Valenciana. Festival de Música de Alicante 2010. ©Natxo Frances

El año dos de la crisis, en el que nos encontramos, parece haber capeado el temporal en el ámbito de los festivales, certámenes y cursos de música clásica y danza.

No es mala noticia, aunque ahora todos temen al año tres, el delicado 2011. No obstante, la entereza mostrada hasta ahora por el sector parece anuncio de que la sociedad civil no se arredra y el verano vuelve con sus mejores galas.

Es ésta la mejor lección para todos aquellos que anuncian grandes males para la sociedad europea y que parece que han perdido la fe en las nuevas generaciones. Y están ahí, están por todas partes viajando, escuchando música y viendo danza y, sobre todo, aprendiendo y conociéndose.

La Europa del arte está más viva que nunca y también más joven; dispuesta a rechazar a los mercaderes del desastre. ¿Cuándo un joven que, tras muchos de sus pocos años estudiando y practicando maravillas, que ha abierto su cabeza a una forma de madurez que muchos de sus antecesores conocen mal, se ha amilanado por problemas que otros han creado?

Están ahí, dando lección de sensibilidad, audacia y madurez y, sobre todo, belleza, ese valor que tantos olvidan. En ese matrimonio entre la belleza, el compromiso y el talento radica la mejor esperanza de que tantos temores terminen siendo una jaqueca temporal. Es cierto que no son pocos los certámenes que han desaparecido por estrangulamiento financiero; pero nacen otros, más pequeños, más resistentes y más conscientes de que la financiación pública conllevaba dosis de fetichismo y oportunismo.

En cualquier caso, la resistencia del sector es buena muestra de que hay fibras de madurez en la sociedad que sobreviven a los ataques de pánico que corroen a responsables políticos de todo nivel, a medios de comunicación generalistas aterrorizados por su propia incapacidad para interpretar las corrientes profundas de la formación de una conciencia cultural y a intérpretes de lo social de medio pelo.

Si echamos un vistazo a los detalles del panorama de festivales, se podría destacar una cierta tendencia a lo multidisciplinar, faceta en la que el veterano y prestigioso de Granada lleva mucho tiempo.

Se podría citar otra tendencia incipiente, la de adoptar modelos feriales en los certámenes de música que ya han hecho fortuna en eventos de danza y teatro. El caso más claro lo proporciona el Festival de Música de Alicante que incorpora un Encuentro Profesional en formato ferial en el que el sector, siempre minoritario, es invitado a mostrar su cara de industria cultural.

También se percibe la emergencia de pequeños eventos que nacen, casi minifestivales, con la fuerza de las plantas silvestres. Hay, en suma, una emergencia de ideas y de corrientes de resistencia que sorprende a propios y extraños. Quien no se lo quiera creer, allá ellos. Pero el futuro se está dibujando de manera poco perceptible para el escéptico. Para los que creemos en ello, es la prueba no obstante de que este sector tiene un futuro esplendoroso. Y ya sólo falta un año difícil para acabar con la pesadilla.

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