Doce Notas

¿Buenas o malas prácticas?

Cuando César Antonio Molina, anterior Ministro de Cultura, cambió el nombre de la antigua Dirección General de Cooperación y Promoción Cultural por el de “Dirección General de Política e Industrias Culturales”, nadie podía imaginar que esto se manifestara en la convocatoria de las ayudas de esta Dirección de una forma tan perjudicial para la música y tan beneficiosa para el sector del libro y la literatura.

Respetando los posibles recortes presupuestarios que imponía la crisis, la comparativa entre la convocatoria 2008 de la antigua Dirección y la de 2009 de Políticas e Industrias Culturales refleja, en primer lugar, un desprecio absoluto por la Formación de Profesionales de la Cultura.

Entre los grandes perjudicados de estas ayudas a profesionales de la cultura se encuentran nuestros jóvenes intérpretes: se venían concediendo un total de 55 ayudas anuales para la for­mación en el extranjero de jóvenes profesionales de la música. La dotación era de 246.900 euros. Según nuestras fuentes, este año la cantidad asignada para estas ayudas se ha quedado en 116.068 euros… y gracias, ya que el total para todas las especialidades y no sólo la música ha sido 340.000 euros en lugar del 1.500.000 de la convocatoria 2008, como puede verse en el siguiente cuadro:

Pero el mayor agravio sufrido por la música ha sido en la división del presupuesto de las antiguas Ayudas de Acción y Promoción cultural (ver cuadro superior) en dos ayudas: la propiamente dicha de Acción y Promoción (destinada este año en exclusiva a Fundaciones y Asociaciones) y la de “Ayudas a la inversión en capital para promover la modernización, innovación y adaptación tecnológica de las industrias culturales”, convocadas por primera vez.

El 7 de mayo, cuando toda la prensa anunciaba el relevo inminente de Juan Carlos Marset como Director General del Inaem, la Dirección General de Política e Industrias culturales hizo públicas las propuestas de “Ayudas a la inversión en capital para promover la modernización, innovación y adaptación tecnológica de las industrias culturales. No sabemos si fue pura coincidencia o tiene algo que ver con aquello de que “cuando veas las barbas de tu vecino pelar…”, el caso es que la desproporción entre unas y otras áreas de la cultura en esas propuestas era tan descabellada que no se podía dejar de pensar mal: aquello eran ¿buenas o malas prácticas? Estos son los datos y juzguen ustedes mismos:

Propuestas de ayudas para la música:

Propuestas de ayudas por sectores:

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