Doce Notas

En la piel de los músicos (II)

La piel es una capa que nos sirve de protección y, como otros tejidos de nuestro organismo, tiene una cierta capacidad de cambiar en función del uso que de ella hacemos. Ese es el motivo por el que aparecen durezas en los dedos de los instrumentistas de cuerda y los percusionistas o en el labio de los instrumentistas de viento. En algunos casos, esta respuesta de la piel es tan característica que se llegan a considerar como marcas distintivas.

Cuello del violinista
El caso más característico es el del violinista o viola quienes, en una alta proporción de casos, presentan una mancha oscura en la zona lateral del cuello, justo debajo del ángulo de la mandíbula, en el punto donde se apoya el instrumento. Se debe a un aumento de la pigmentación y engrosamiento de la piel por la fricción continuada. Suele ser más evidente cuanto más se toca por lo que ha llegado a ser considerada un indicador del nivel de práctica instrumental. Sin embargo, otros opinan que los que la tienen muy visible es por que tienen algún defecto técnico o postural que les hace ejercer demasiada presión en la zona.

En algunas ocasiones, sobre todo si se ha incrementado bruscamente el nivel de práctica instrumental, si existe fatiga en el brazo izquierdo que obliga a sujetar más fuerte el instrumento con la barbilla o si coexisten otros factores irritantes de la piel (el sol, el frío, maquillaje, cambios hormonales, etc.) puede aparecer un cierto grado de enrojecimiento, inflamación, dolor y descamación de esta zona. Si a ello se le suma un exceso de sudoración, una falta de cuidado de la piel, una excesiva presión, estiramiento u oclusión de la zona se pueden llagar a obturar o infectar las glándulas dérmicas apareciendo quistes de retención, granos, pústulas y, finalmente, cicatrices (proceso muy parecido al acné) que dificultarán o impedirán la interpretación. En los varones con pelos de la barba rizados se suele producir una reacción inflamatoria más acentuada ya que los pelos tienden a penetrar en la piel y se infectan con mayor facilidad.

Cuando se convierte en una lesión molesta se aconseja revisar la postura y la tensión ejercida en la zona, analizar la situación y forma de la barbada-costilla, proteger la zona con un tejido de algodón, dejar crecer la barba, tener un cuidado preventivo de la piel (crema hidratante con urea, limpieza con jabones neutros, etc.) y, si es necesario, usar antinflamatorios y antibióticos (evidentemente siempre por indicación y supervisión médica).

Barbilla del flautista y labio del clarinetista
Se suele manifestar como un enrojecimiento, descamación y hiperpigmentación en la parte central de la barbilla o el labio inferior, donde existe el contacto con el instrumento. También se ha observado en otros instrumentos donde el contacto es intenso, como en la harmónica.

En los flautistas el humedecimiento de la barbilla por la saliva, la sudoración o la condensación de la respiración parece que serían factores favorecedores. Pero no tanto por la maceración que provocan de la piel si no porque facilitarían que el instrumento resbalara de su posición correcta llevando al músico a ejercer mayor presión contra la barbilla.
En el caso de los hombres se ha sugerido solucionar el problema dejándose crecer la perilla. El pelo crea una capa seca y aireada entre la flauta y la piel que suele eliminar el problema. Sin embargo esto puede hacer más resbaladiza la flauta por lo que hay quién aplica en la perilla resina, la misma que se utiliza para los instrumentos de cuerda frotada.
En todos estos casos siempre debe descartarse la existencia de un proceso de tipo alérgico a las aleaciones de metales o a cierto tipo de maderas.

Escrotos y pezones estigmatizados
Sin duda, los que parece que se llevan la palma en cuanto a marcas profesionales son los violonchelistas. En ellos se ha descrito el pecho del chelista, la rodilla del chelista y el escroto del chelista. Esta última zona de irritación se ha cuestionado mucho por lo poco verosímil que resulta que un violonchelista se acerque tanto y de tal forma el instrumento hasta irritar la bolsa escrotal (la que recubre los testículos) generando callosidades en ella.

Sí parece más verosímil, aunque poco frecuente, la posibilidad de que se inflame el pezón y el tejido mamario circundante por un roce repetido de esta zona con el cuerpo de la guitarra. Este proceso, llamado pezón de la guitarrista, aparece principalmente en chicas jóvenes que tocan la guitarra clásica. En ellas la desproporción entre sus dimensiones y las del instrumento facilitarían un contacto intenso que se debería corregir recolocando el instrumento.

En el próximo artículo hablaremos de la respuesta de tipo alérgico que algunos instrumentos pueden provocar, ya sea por los metales, las maderas o los barnices utilizados en su construcción.

Jaume Rosset i Llobet. Médico del Instituto de Fisiología y Medicina del Arte-Terrassa. Director de la Fundación Ciencia y Arte. Ctra. de Montcada 668, 08227 Terrassa. Tel. 93.784.47.75. www.institutart.com y info@institutart.com

Salir de la versión móvil