
Recuerda lo rico de su espectro orquestal al de un Kabalevski, con el aporte rítmico popular de su Tbilisi natal. El sonido de los años sesenta rescata a un Kondrashin lleno de fuerza batuta en mano. La tercera, escrita para conmemorar el 30 Aniversario de la Revolución de Octubre y dirigida inicialmente por Mravinski, consta de un enorme elenco orquestal y resulta virtuosa y efectista. El Concierto para piano, de unos años antes, suena con Flier robusto, algo frío, pero técnicamente perfecto.