En su séptimo año al frente, Enrique Gámez sigue estructurando los contenidos del Festival como artesano de la filigrana. A veces, recurriendo a un leit motiv único. Otras, entrecruzando temas hasta dotar al programa de contundente solidez. En esta ocasión, una parte se centra en recordar la victoria sobre el francés. “No se trata de conmemorar por conmemorar, sino que en buena medida nos sirve para investigar en la música española de ese momento y, aunque se olviden algunas cosas, revisar muchas otras y actualizarlas”. Así se procedió con La época de los Reyes Católicos o Don Quijote. “Se busca entonces una excusa para dedicar entre seis y ocho conciertos a recuperar patrimonio”.
La otra línea programática pasa por los encargos, que en esta edición se ha concretado en Los desastres de la guerra, sobre textos del poeta José Ramón Ripoll, encomendada a Uri Caine, y para cuya puesta en escena se cuenta con Carmen Linares. “Partimos de la reflexión de Goya casi como primer cronista de la Historia, por su forma de reflejar los acontecimientos”, apunta Gámez. Dentro del bloque bicentenarial se incluyen matinées como las de El Concierto español, Marta Almajano o Ars Longa. En este apartado no podía faltar un recuerdo a los García cuando también se cumplen dos siglos del nacimiento de Malibrán. “Ahí empezamos a trazar líneas. En la medida en que estamos recordando 1808, hay que hablar de Manuel García, de quien se estrena su Sinfonía, recuperada por Emilio Moreno. Y al tiempo, del fenómeno del artista español, que empezó a tener relevancia como figura de la escena en el siglo XIX. Ahí están García y sus hijas Malibrán y Viardot. Luego vendrán Sarasate, Albéniz, Granados…”.
Con todo, las mayores apuestas de esta edición que abre la ONE, además de sorpresas como las que se esperan de Minkowski y sus músicos, están centradas en dos grandes orquestas. De una parte, la Staatskapelle berlinesa con Barenboim, que se encarga de poner el broche de honor por quinto año consecutivo y que lleva a decir a Gámez, “Me parecería estupendo que durase esta vinculación que, por ahora, continúa hasta 2009, porque ha sido muy ventajosa en lo artístico y en lo humano, gracias al esfuerzo de la Junta de Andalucía y la generosidad del Maestro”. La segunda agrupación sinfónica no es otra que la del Concertgebouw, “que entrarían en el decálogo de las mejores del mundo –comenta Gámez–, y con Mariss Jansons, un grandísimo director que nunca ha estado en el Festival”.