Se ha fraguado a lo largo de una historia convulsa, vivida con fervor por judíos, cristianos y musulmanes, y su condición de “anhelada” nos conduce a pensar en un sitio casi irreal, al que ahora pondremos banda sonora gracias al último proyecto de Jordi Savall. Músicos europeos, iraquíes, sirios, marroquíes, y judíos y palestinos de Israel participan en esta puesta en escena articulada en siete capítulos, tres de ellos dedicados a las músicas más representativas de los periodos principales de la ciudad relacionados con las tres religiones monoteístas.
El resto del programa está configurado en torno a las ideas de Jerusalén tierra de peregrinación, tierra de asilo y exilio, y tierra de paz, de acuerdo con su paradójica etimología. Concebido, según Jordi Savall, como “fresco multicultural” con pretensiones de alcanzar un auténtico diálogo intercultural, asistimos a la escucha de cantos, plegarias, recitaciones y breves piezas instrumentales pertenecientes a diversos géneros, tradiciones y épocas, variedad casi inverosímil unificada por el hilo conductor, Jerusalén, y por la concepción interpretativa de Savall, cuya presencia se palpa de principio a fin. Lujosísima presentación que incluye libro.