Cuando se piensa en la localidad valenciana de Requena se piensa mayoritariamente en sus famosos caldos, cultivados sobre una superficie de más de 30.000 hectáreas repartidas entre 116 bodegas y unos 4.300 viticultores.
Al amante de la cultura y la historia quizá le vengan a la mente el Palacio del Cid, la Torre del Homenaje o la Fortaleza, las intrincadas cuevas de La Villa que recorren el subsuelo de la antigua plaza del pueblo, además de las iglesias de San Nicolás, del Salvador y de Santa María, esta última sede de los conciertos del FIMMUR en su primera edición.
Tras estas siglas, concretamente tras la doble MM, se esconde algo más que el «Festival Internacional de Música de Requena». El FIMMUR no solo es eso, sino un festival de Maridaje y Música «en el que actúan diversas agrupaciones camerísticas y músicos de prestigio internacional con el patrocinio del M. I. Ayuntamiento de Requena y la colaboración de la D.O. Utiel-Requena», comenta su creadora y directora artística, la violonchelista Mayte García Atienza. Después de los conciertos celebrados el 4, 5 y 6 hubo ocasión de compartir una copa de vino con los intérpretes, gracias precisamente a la D.O. Utiel-Requena. «Nuestros conciertos reúnen a un público selecto y culto, capaz de apreciar productos de gran calidad en un evento musical excepcional donde el vino brilla tanto como la música», asevera nuevamente la directora artística del festival.
El concierto inaugural corrió a cargo del prestigioso Trío Arriaga interpretando el Trío para piano, violín y violonchelo, op. 8 de Brahms y el Trío para piano nº 2 de Shostakovich, este último contenido en su CD Elegie, el cual obtuvo muy buenas críticas tanto a nivel nacional como internacional. A éste le siguió el del Ensemble FIMMUR, formado por un sexteto de cuerdas ad hoc en un equilibrado maridaje entre veteranía y juventud, donde «el sabor de la experiencia y frescura se complementaron y realzaron mutuamente, evitando que uno anule o eclipse al otro», por expresarlo en términos enológicos.
El rol del primer violín lo asumió el excelente solista y afamado profesor Aitzol Iturriagagoitia con un sonido expresivo a la vez que nítidamente articulado, propio de los grandes maestros, secundado por las precisas y elocuentes intervenciones del joven violinista Diego Melero. El viola David Fons mostró el talante cálido y sereno de su instrumento en sendos sextetos de Brahms (op. 18) y Chaikovski (op. 70). Suyo fue el logro de otorgarle profundidad melódica-contrapuntística a las piezas, labor para la cual pudo contar con el inestimable apoyo de la joven viola Adela Casas Fernández. Rebekka Riedel y Mayte García Atienza remataron la faena con un trabajo en agudos bellamente esculpido y contundencia en el registro grave, mostrando un dominio de la amplísima tesitura del violonchelo que (según las palabras de un amigo) «abarca del infierno a las mismísimas puertas del cielo».
El dúo formado por el violinista Jacobo Christiansen y el pianista José Ramón Martín no lo tuvo fácil el domingo día 6 ante lo visto y oído los dos días anteriores. Juntos abordaron un programa un tanto ecléctico, pero variado e interesante, pasando del repertorio romántico (Brahms) al impresionista (Debussy y Ravel), no sin dejar de lado las magníficas Danzas populares rumanas de Bartók, espléndidamente interpretadas por ambos músicos, al igual que el resto del programa (atentos a la trayectoria del prometedor violinista: ¡apunta lejos!).
La presencia de la Concejala delegada de Cultura y Turismo Mª José Martín Muñoz no hizo más que subrayar el interés institucional por esta iniciativa que, según Mayte García, «tendrá una periodicidad anual. La primera edición consta de cinco conciertos repartidos en dos fases: el FIMMUR propiamente dicho, celebrado entre los días 4, 5 y 6 de julio, y COSECHA FIMMUR con dos conciertos adicionales que tendrán lugar los días 20 de septiembre y 11 de octubre». In vino veritas, in musica sanitas.
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