Doce Notas

Ex Lumen: un viaje nocturno con voz y tiorba

cdsdvds  Ex Lumen: un viaje nocturno con voz y tiorba

Un viaje sonoro, desde la evocación de la llegada de la noche hasta el alba, al tiempo que un recorrido no lineal por la Europa de la Edad Moderna envuelto por el abrigo de lo nocturno.

Para cualquier músico es innegable que en el escenario se crea, lato sensu. Ahora bien, pensar la actuación no solo como espacio de creación sino como un objeto artístico en sí mismo, es algo que no todo el mundo ve tan claro, o inclusive considere válido, y sin embargo, ahí está, un objeto sonoro creado de manera efímera a partir de instrucciones más o menos precisas o textos, susceptible de ser fijado en una grabación. Cuando hablamos de música antigua entra en juego la investigación y la voluntad de recuperar y/o reproducir prácticas que en algún momento vieron interrumpida su continuidad.

Esa voluntad ha alumbrado proyectos, sobre todo grabaciones, con una fuerte carga documental que acompaña a lo creativo, muchas veces opacándolo. No obstante, hay proyectos de música antigua que son sobre todo una creación artística donde lo histórico solo es un marco estético y un conjunto de herramientas para la creación. Un sugerente ejemplo es Ex lumen, donde podemos escuchar al tiorbista Fernando Reyes y al contratenor Miguel Ulla.

Este lanzamiento digital propone un viaje sonoro que “comienza con la puesta de sol y termina con la primera luz del día”, como podemos leer en la propia web de la discográfica. El recorrido se plantea no solo desde la evocación de la llegada de la noche, con la instrumental Ouverture du Ballet Royal de la Nuit, hasta el amanecer, con los Canarios, de Kapsberger y los reclamos que se dejan escuchar, sino al mismo tiempo como un viaje –no lineal– desde un espacio sonoro francés (Cambrefort, Lully, Couperin…) hasta la Europa septentrional (Purcell, Bach…). Una parada significativa en el camino es el precioso Adiuvanos Deus del napolitano Gaetano Veneziano, grabado por primera vez.

Sin duda un punto fuerte de la grabación son los arreglos de la música instrumental, alguna de ella orquestal, para tiorba, tan bien resueltos que se necesitan no pocos minutos de escucha, si esta es a ciegas, para reparar en que no fue música escrita para cuerda pulsada sola. Por otro lado, en el apartado vocal, dentro del desempeño de Ulla, siempre comprometido con el texto, sobre todo el francés, son francamente remarcables las dos intervenciones de canto llano. No suenan, ni parecen pretenderlo, a música litúrgica, sino que son una correspondencia expresiva de la lamentación a la que flanquean, habitando con libertad y personalidad propia el vacío del a capella, que en el contexto de esta propuesta nocturna adquiere un significado especialmente sugerente.

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