
Tal como era de esperar, la soprano Lisette Oropesa y el tenor Charles Castronovo deslumbraron en sus correspondientes roles de Manon y el Caballero des Grieux en la ópera Manon de Massenet.
El sólido, a la vez que efectivo montaje de Vincent Huguet sirvió para insuflarle vida a esta impresionante producción de la Ópera de París junto a una magnífica iluminación y el vestuario, inspirada en los desenfrenados años veinte con guiños al Art Nouveau, al cabaret, al jazz y sobre todo al charlestón, el baile que se pudo de moda en aquella época, reflejado en este producción mediante unos números muy sugerentes.
La soprano lírica de coloratura estadounidense que actualmente presenta en su página web su nuevo CD con canciones de zarzuelas, se mantuvo concentrada y a un nivel altísimo durante toda la función, acompañada por su paisano al que le costó un poco entrar en calor antes de desarrollar todas sus facultades vocales y expresivas. La pareja se encargó de obsequiar al público con fantásticas apariciones solistas y a dúo, sin desmerecer en absoluto los límpidos conjuntos, entonados con precisión rítmica y armónica. En general, cabe decir que fue una velada redonda, gracias también a la presencia del barítono catalán Carles Pachon (Lescaut) y el bajo norteamericano James Cresswell (Conde Des Grieux) en los principales secundarios de un reparto que además contó con Jorge Rodríguez-Norton (Guillot de Morfontaine), los cantantes del Centre de Perfeccionament Daniel Gallegos (Monsieur de Brétigny), Antonella Zanetti (Poussette), Laura Fleur (Javotte), Ester Ferraro (Rosette), Holly Brown (Sirvienta) y el ex miembro Max Hochmuth (Posadero).
La excelente dirección de James Gaffigan se merece un punto y aparte al adentrarse en una obra compleja, caracteriza por una melodía desarrollada a partir de pequeños motivos y repentinos cambios de humor. Massenet aún no utiliza en esta obra el leitmotiv a la manera de Wagner, pero sí frases musicales recurrentes que se identifican con determinados personajes y situaciones. La ópera se construye a partir de escenas musicales a menudo autónomas con numerosos rubati y cambios de tempo y de instrumentación, lo cual exige un conocimiento muy profundo de la partitura. En todo ello el titular de la OCV mantuvo soberanamente el difícil control de los elementos tan dispares, entre los que también se hallaban algunos números musicales típicos del género opéra comique en los que Massenet explora las posibilidades melodramáticas al dejar que un personaje hable con la música de fondo.
¿Y qué se puede decir de la orquesta en sí y del Coro de la Generalitat? Lo de siempre. Sus actuaciones sin tacha apenas dejan entrever el enorme trabajo que se esconde detrás de una producción de tales magnitudes.
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