
Creación, destrucción y regeneración son sinónimos que laten profundamente por las tierras de Peralada.
La acción de labrar supone la regeneración de los campos, y de la propia vida, un paralelismo simbólico en diálogo con el actual proceso de reconstrucción del propio festival, a raíz del cual nuevas dinámicas, propuestas y creaciones nacen y nacerán. Crear es adentrarse en un espacio que nos abre la puerta a un mundo imaginario, oculto, un proceso que hace germinar, como si de una semilla habláramos, nuevas formas, fisicalidades, conceptos e inquietudes.
Crear es dar forma a lo que es invisible. La danza es el lenguaje secreto del alma. Hoy en día, cuando pensamos en el gran legado artístico que nos han dejado coreógrafos como Marius Petipa, Vaslav Nijinksy o Martha Graham, nos puede resultar quizás un tanto extraño pensar que todos estos trabajos, antes de transformarse en los grandes clásicos que hoy en día todos conocemos y que han marcado la historia de la danza, nacieron a raíz de pequeñas ideas, cuentos o inspiraciones.
Agrupando once bailarines catalanes y europeos como Martí Paixà (bailarín principal del Stuttgart Ballet), Lorena Nogal (coreógrafa, asistente y bailarina en La Veronal), Albert Hernández (bailarín principal del Ballet Nacional de España y coreógrafo en La Venidera) o Aleix Martínez (bailarín principal del Hamburg Ballett y coreógrafo), y trabajos de creadores como John Neumeier, Lorena Nogal, Marco Goecke, Albert Hernández o Aleix Martínez, Terra llaurada quiere ser una noche de danza dedicada a esa pequeña semilla creativa, a la chispa que tiene la capacidad de encender el fuego.
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