Doce Notas

Adiós, querida amiga

notas  Adiós, querida amiga


El primer encuentro que tuve con Gloria se supone que iba a ser una entrevista de trabajo para entrar en Doce Notas. Yo llevaba queriendo trabajar en esta publicación, desde que la devoraba cuando la traían al Conservatorio donde yo estudiaba piano. Luego, cuando empecé periodismo, siempre que leía la revista, pensaba «yo tengo que trabajar ahí, es lo mío». 

Conseguí los datos de Doce Notas y, cuando terminé la carrera, eche el curriculum unas cuantas veces. Pensé que sería facilísimo, cómo no me iban a llamar. Pero es lo que tiene la juventud, que uno pensaba que era echar un curriculum y al día siguiente estabas trabajando. Pero no. Tuve trabajos diversos, y avatares del destino, o de la vida en definitiva, a través de una antigua compañera de trabajo, me enteré que Javier Martín-Jiménez, mi predecesor, dejaba su puesto en la revista y esta amiga, sabiendo como sabía, que yo siempre quise trabajar en Doce Notas, se lo dijo a Javier y él le habló de mí a Gloria (creo que con bastante entusiasmo, entusiasmo contagiado por esta antigua compañera de trabajo que me tenía mucho aprecio).

Total, que yo ya iba a conocer a Gloria, y la redacción de Doce Notas. Como ya había hecho unas cuantas entrevistas, mi experiencia ya me ponía en mi sitio, y me decía que no había que pensar que estaba todo hecho, que «el ya te llamaremos» era algo habitual. Llegué a ese edificio que me pareció imponente (El Palacio del Marques de Santa Cruz. Doce Notas, estaba en la planta baja), y por fin, conocí a Gloria.

No fue una entrevista «tipo» a las que yo estuviera acostumbrada, con preguntas como háblame de ti, cuál es tu principal virtud, tu principal defecto… no. Gloria me saludó (recuerdo que dijo que estaba algo resfriada y por eso ni nos estrechamos la mano), me ofreció asiento, cogió el último número de la revista y, pasando sus hojas, me empezó a explicar lo que yo iba a hacer en Doce Notas. Al terminar, sin yo decir nada, simplemente me dijo. «Déjanos tu DNI, mañana me paso por la gestoria y el viernes firmas el contrato». Salí y me fui andando Princesa calle arriba asimilando que sí, que iba a trabajar en Doce Notas.

Los primeros días, Gloria me iba explicando lo que tenía que hacer, y viendo que yo estaba algo perdida, sobre todo en el tema de la agenda de conciertos que me encomendó muy entusiasmada, pidió a Jorge (Fernández Guerra) que me echara una mano. Jorge, también amigo y compañero, me ayudó mucho en mis inicios, y una vez me familiaricé con lo que era Doce Notas, empecé a trabajar con mucha ilusión, sobre todo gracias a Gloria, que confió en mi, y empezó a contagiarme su pasión por todo lo que hacíamos en la revista.

Pronto me di cuenta que Gloria no iba a ser una jefa «al uso». Ella siempre sabía cómo quería las cosas, pero dejaba mucha libertad, escuchaba otros criterios y juntos poníamos todo en común. Eso fue siempre lo que más me gustó de trabajar con ella, que me explicaba las cosas, yo las asimilaba, pero una vez ella sabía que lo habías aprendido, te dejaba «libre». Me mal acostumbré, porque en los periodos en los que tuve otros trabajos además de Doce Notas (donde yo trabajaba al comienzo solo media jornada) tuve otros jefes que sí que eran al «uso» (tipo «esto es así porque lo digo yo») y en los que no aprendí tanto y tan bien como con Gloria.

Con Gloria vivía los cierres tremendos pero super estimulantes de la revista (cada dos meses), corrigiendo, y maravillándome del dominio que tenía de todo (maquetación, edición, el uso de las fotografías…), además de la famosa Fiesta de la Música, en la que colabore en tres ediciones, donde comprobaba in situ la labor tan maravillosa que hacía Gloria por dar a conocer el trabajo de los músicos de nuestro país.

Volví a trabajar en Doce Notas, ya sin compaginarlo con otros trabajos, definitivamente en 2008. Vivimos la crisis (con mucho trabajo y esfuerzo pero sin desfallecer jamás, y siendo siempre muy optimistas) y la transición a la versión en digital que empezamos en ese 2008. Ese año entró a trabajar mi socia y amiga Patricia Escuin y juntas Gloria, Patricia y yo, fuimos trabajando para que www.docenotas.com tuviera su espacio dentro del panorama de los medios digitales en España y fuera referente para el sector de la educación musical.

Hasta 2018, trabajé con Gloria codo con codo literalmente. Casi convivíamos y siempre digo que Gloria no solo me enseñó profesionalmente todo lo que se, sino que también aprendí con ella a ver la vida de otra manera, a tener la mente más abierta, y a no quedarme en la superficie de las cosas. Cuando se jubiló, tanto Patricia y yo sabíamos que queríamos seguir en Doce Notas, que formaba parte de nuestra vida y así iba a seguir siendo. Y ahí seguimos porque siempre creímos en el proyecto de Gloria, y seguiremos creyendo. 

Hoy se ha marchado y estamos todos muy tristes, pero doy gracias por haberla tenido en mi vida. Me siento tremendamente afortunada de haber tenido a Gloria como compañera y amiga desde aquel día de diciembre de 2003.

Le mando un fuerte abrazo a Jorge, del que también me siento muy honrada de que sea mi amigo y que siempre estuvo a su lado y también al nuestro. También a sus hijos Alfonso y Lucas y a sus nietos, a los que conocí de pequeñitos corriendo por la redacción de Doce Notas. 

____

Salir de la versión móvil