Doce Notas

Naturalidad y profundidad en los sentimientos humanos

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Como fundador y director artístico de la compañía de teatro londinense Complicité, McBurney hace un amplio uso de la tecnología para crear un mundo audiovisual mágico que, según él, se aproxima a lo que hizo en su día el libretista de la ópera y creador del papel de Papageno, Emanuel Schikaneder. Éste estaba a la última en temas de truenos, máquinas de viento, de lluvia y demás artefactos con los que ya en tiempos de Mozart se podía crear una auténtica banda sonora de efectos especiales. Lejos de tecnificar esta ópera que trata “en su esencia de asuntos humanos reales” (McBurney), éste realza precisamente esa cercanía emocional más allá de las referencias masónicas y personajes fantásticos: tan irreales son éstos como reales sus sentimientos con los que Mozart y Schikaneder conquistaron a su público y siguen haciendo hoy en día.

Musicalmente no hay mucho que criticar y sí hubo momentos de gran belleza y plasticidad sonora. El magnífico reparto lo encabezaron el tenor italiano Giovanni Sala (Tamino) y la soprano barcelonesa Serena Sáenz (Pamina). Ambos plasmaron a sus personajes con elegancia e impecable interpretación musical. El bajo británico Matthew Rose (Sarastro) impuso su autoridad con actitud solemne y profunda voz, mientras que la soprano de coloratura Rainelle Krause (Reina de la Noche) bordó su personaje con un exquisito dominio de su órgano fonador. Brenton Ryan dibujó a un astuto y desesperado Monostatos de manera creíble y límpida. Sin duda fue el barítono húngaro-rumano Gyula Orendt quien se ganó el corazón del público en su papel de Papageno, del pajarero que representa la simbología masónica y la lucha entre los poderes de la luz y las tinieblas. Vocalmente sin fisuras, destacó sobre todo por plasmar de manera soberbia al personaje gracioso y benévolo, desesperado por encontrar el amor de su vida (muy acertada aquí la Papagena de Iria Goti). Dentro de los “asuntos humanos reales” de los que trata esta ópera, Papageno encarna al hombre común, al ser humano humilde y bonachón en contraste con el valeroso y sabio príncipe Tamino.

James Gaffigan volvió al foso de Les Arts para dirigir a la OCV y al Coro de la Generalitat con su característica vitalidad y precisión, dejando sin embargo que las preciosas líneas melódicas instrumentales y vocales de esta genial composición de Mozart fluyeran con naturalidad: Naturalidad y profundidad en los sentimientos humanos fueron los atributos con los que se podría definir esta puesta en escena de Die Zauberflöte.

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