
El disco que ahora reseño no ofrece dudas. Lorca armonizó y arreglo muchas canciones populares que necesitaban ese impulso para poder ser apreciadas por públicos urbanos y universales. Había precedentes: Falla, Turina, Granados. Después vendrá Mompou.
Dos magníficos intérpretes emprenden esta singladura: la violinista española Ana María Valderrama y el pianista francés David Kadouch. La primera una virtuosa de su instrumento con excelente expediente académico en Madrid, completó estudios en Berlín y cuenta con una vida profesional internacional: Europa, América. El segundo, concertista precoz, nacido en Niza completó estudios en París y ejerció en Madrid. Ambos, jóvenes, solicitados por las grandes orquestas, festivales y programas musicales en todo el mundo.
El disco magníficamente producido en sus facetas musical y plástica consta de cinco partes: Sonata pour violon et piano «a la memoria de Federico García Lorca» de Francis Poulenc. ¡Ahí es na! Que diría un sevillano. Una gran presentación e introducción. Le siguen seis de sus Canciones populares españolas arregladas con brío y exquisitez por Alberto Martín Díaz. La interpretación no le va a la zaga. Brío y fuego, emoción.
La tercera parte es una contribución del venezolano Reynaldo Hahn, Sonate en Do majeur pour violon et piano. Música de la época del poeta, que viene como guante en mano para el propósito de intérpretes y edición. Da paso a otro tema con honda raíz española: La vida breve danza española de Manuel de Falla, arreglado ahora por Fritz Kreisler.
Acaba el disco con una pieza del Libro de Canciones de Lorca de la argentina Alicia Terzian, tres retratos: Verlaine.
Como escritor a su altura, sin ninguna duda. ¿Como músico? Yo no tengo duda: el citado Mompou.
¿Exagero? Lean, busquen el disco, escuchen y luego lo hablamos.
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