Viktoria Korolionok, también de Minsk, comienza a los cuatro años la educación musical en el conservatorio. Se traslada a Salzburgo y desde allí recibe la aclamación de escuelas, orquestas y conservatorios de toda Europa y Rusia.
La juventud es lo que tiene, están enteros. Aquí confluyen tres jóvenes y la historia de la música europea y americana de los últimos cien años.
La juventud de Marc Migó nos plasma estampas musicales de esa gran comarca-región que es la Cerdanya: catalana, pero también francesa y española, comarca que en mi caso conozco por cuestiones familiares. Belleza, naturaleza y la enormidad pirenaica aquí traducidas a música con una factura magistral. Rachmaninov aporta la sabiduría musical y el romanticismo ruso húngaro, igual que Ysaÿe nos sumerge en la bruma musical introspectiva del centro de Europa, Bélgica para más ser más precisos, con su Sonata para cello solo, penumbra y reflexión.
Gershwing – Tres preludios, para piano en el original, aquí para cello y piano- aporta de nuevo luz, vitalidad sureña y cierto exotismo por su influencia popular, quizá jazzera, siempre afroamericana .
El disco transita por muchos paisajes sonoros con gran frescura y nitidez.
Por mi inclinación al “directo musical” trataba de imaginar este repertorio en alguno de los desaparecidos salones musicales europeos que existieron hasta la segunda guerra mundial y que fueron sustituidos por las mastodónticas salas sinfónicas, más mediáticas, seguro pero también más distantes entre artista y espectador…y a veces esa intimidad y cercanía se echa en falta. Aquí se suple esa carencia con una magnífica experiencia de escucha. Es muy de agradecer.
Muy recomendable…magnífica producción, sonido y presentación.
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