Doce Notas

Sasha Waltz, Dimitris Papaioannou, Milo Rau, Ivo van Hove o Miet Warlop encabezan la programación internacional del 41º Festival de Otoño

festivales  Sasha Waltz, Dimitris Papaioannou, Milo Rau, Ivo van Hove o Miet Warlop encabezan la programación internacional del 41º Festival de Otoño

La francesa Séverine Chavrier dirige Aria da capo. / ©Alexandre Ah-Kye

Como es tradición prácticamente desde su primera edición, el Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid es la puerta por la que entra en la región «lo mejor del teatro y la danza que se hace a nivel internacional». El público conoció a Peter Brook, a Pina Bausch, a Tadeusz Kantor o a Robert Lepage gracias a este festival y no ha dejado de disfrutar y aprender año tras año con las grandes propuestas que han ido llegando desde los cinco continentes.

El festival ha contribuido también a la internacionalización de artistas nacionales como Angélica Liddell, que este año comparece de nuevo con una obra, Liebestod, que le encargó Milo Rau para su ciclo ‘Historias del teatro’. Se trata de una propuesta que el director suizo ha ido lanzando a diversos directores y directoras desde la dirección del NTGent a partir de una pregunta: ¿cuál es tu historia como creador teatral?

Dentro de ese ciclo también llega a Madrid desde Bélgica One Song, de Miet Warlop, una obra inclasificable que se verá en el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque los días 17 y 18 de noviembre. La pieza tiene un fuerte componente personal, porque se convierte en el exorcismo de la pena y el dolor por la muerte de un ser querido de la creadora.

Milo Rau llega igualmente al frente del belga NTGent con su particular abordaje del clásico de Antígona, en este caso ubicado en el pulmón del planeta. También en Condeduque, los días 22 y 23 de noviembre, Antigone in the Amazon es una reflexión sobre cómo la razón de Estado (de Estado capitalista) se ha ido poniendo por encima de la tradición, la ley del hombre sobre la de los dioses.  A medio camino entre el cine y el teatro documental, Milo Rau vuelve a lanzar una llamada de auxilio desde el escenario para denunciar los expolios de la tierra y los ataques a los derechos humanos que comporta el extractivismo desbocado.

En Países Bajos también se cocina lo más novedoso del teatro y la danza mundiales. Para muestra, uno de los directores más reputados y respetados a nivel global,  Ivo van Hove, Con casi un cuarto de siglo al frente del International Theater de Amsterdam, llega con su adaptación escénica de la novela Quién mató a mi padre, del joven escritor francés Édouard Louis, palabra contra la invisibilidad, luz sobre existencias veladas.

Van Hove ha traducido y adaptado el texto, que él califica de “descarado y brillante”, para acomodarlo al cuerpo y la voz de Hans Kesting. El actor se desdobla entre ese anciano prematuro que a sus 50 años es una ruina de hombre tras años de duro trabajo en la industria pesada del norte de Francia, y un hijo que, al visitarlo después de mucho tiempo, se encuentra los restos del que un día fue objeto de su rabia. La veremos en la Sala Verde de los Teatros del Canal entre el 17 y el 19 de noviembre.

La danza y la música toman la palabra

Entre los días 23 y 25 de noviembre, en la Sala Roja de los Teatros del Canal, se podrá ver INK, de Dimitris Papaioannou, una pieza alumbrada en 2020 al calor del encierro pandémico, que plantea un formato más reducido de lo que se ha visto de este creador por aquí en los últimos tiempos (The great tamer Transverse orientation), pero la belleza plástica que propone tiene igual dimensión. En 2022 su creador la retoma y la reelabora para una gira internacional, saltando él mismo a escena,  en un tour de force apasionado junto al bailarín alemán Šuka Horn, con el agua como principal elemento junto al intenso trabajo corporal.

La alemana Sasha Waltz, llega los días 18 y 19 de noviembre en la Sala Roja de los Teatros del Canal. La obra, In C, tuvo primero un formato digital cuando los teatros estaban cerrados por la pandemia, pero acabó convertida en una coreografía abierta, colorista y luminosa, basada en la revolucionaria partitura homónima de Terry Riley de 1964. Waltz imaginó un sistema coreográfico adaptable compuesto de las mismas 53 variaciones que propone la pieza musical y reprodujo el sistema de Riley cambiando los instrumentos por cuerpos. El resultado es tan hipnótico como la propia música, una suerte de trance en el que zambullirse disfrutando de esas piezas de color que se mueven sobre un escenario desnudo.

Saltando a Canadá, el Festival de Otoño va a permitir conocer el trabajo de una coreógrafa llamada a ocupar el olimpo de la escena internacional, Catherine Gaudet, que presentará su pieza Les jolies choses / The pretty things en el Teatro del Bosque de Móstoles el 22 de noviembre. Se trata de una coreografía aparentemente sencilla e inofensiva que va manifestando progresivamente su dureza intrínseca, sobre todo para sus ejecutantes, mental y físicamente. Los cinco intérpretes parecen accionar una máquina giratoria humana, de cuyo engranaje, a medida que avanza la acción, recibimos la euforia común de los bailarines lo mismo que la resistencia violenta de cada unidad frente al conjunto.

En lo que tiene que ver con la música y la sonoridad, hay tres propuestas este año en el Festival de Otoño.  Dos de ellas llegan desde Francia. Por un lado, Aria da capo (Teatro de La Abadía, 17 y 18 de noviembre), con dirección de Séverine Chavrier, cuya materia prima es la pasión de la juventud (los cuatro intérpretes son músicos en formación que tienen entre 16 y 18 años). La obra es un trozo arrancado del día a día de sus vidas reproducido en escena, donde se muestran sus anhelos y fracasos, la propia poesía de un momento que siempre supura el deseo de lo extremo, porque los sentimientos y su demostración tienen la cualidad de lo primero y lo último, de la inauguración y del deceso.

Por otro lado, Samuel Achache dirige Sans tambour para el Centre International de Créations Théâtrales / Théâtre des Bouffes du Nord (Teatro María Guerrero, 17, 18 y 19 de noviembre), con los Lieder de Schumann como leitmotiv. La poderosa metáfora que se usa tantas veces para referirse al final de una pareja, la del derrumbe del edificio, se hace literal sobre el escenario, donde vemos caer las paredes de una casa al ritmo vertiginoso de la última y definitiva discusión. Con los trozos esparcidos por el suelo, la pieza se construye sobre la destrucción, de manera fragmentaria, explorando muy libremente los vínculos entre teatro y música.

También desde Atenas llega MOS, la presentación en nuestro país de la coreógrafa Ioanna Paraskevopoulou. Se trata de una producción del Centro de Creación Onassis (Onassis Stegi) que podremos disfrutar en la Sala Negra del Canal gracias al programa “Outwarn Turn”. La artista griega, que ha bailado para Christos Papadopoulos y Dimitris Papaioannou, se presenta como creadora individual con MOS (Teatros del Canal, 17 y 18 de noviembre), una performance que relaciona el movimiento con lo sonoro y lo visual. Paraskevopoulou y Georgios Kotsifakis, su compañero en escena, juegan y dialogan con una serie de imágenes tratando de transcribirlas al espacio a través del cuerpo y de una serie de objetos y materiales que actúan como medios de producción sonora.

Teatro desde el Cono Sur

Son tres obras que llegan, respectivamente desde Argentina, Chile y Uruguay. Daniel Veronese llega de nuevo a Madrid con su aproximación a la narrativa del escritor norteamericano David Foster Wallace. En la segunda de las llamadas Experiencias Veronese (que hay ido creando desde 2019 con el soporte del bonaerense teatro Timbre 4), transforma las Entrevistas breves con hombres repulsivos en Encuentros breves con hombres repulsivos. Dos sillas, una mesa, un suelo blanco y dos actores, Marcelo Subiotto y Luis Dziembrowski, para desplegar escénicamente ocho de los relatos contenidos en el libro de Foster Wallace, apostando por desentrañar la condición masculina contemporánea. Lo veremos en Condeduque del 10 al 12 de noviembre.

Desde Chile, en el año que se cumplen los 50 años del golpe de Estado que acabó con el gobierno de Salvador Allende y que abrió uno de los capítulos más negros de la historia con la dictadura de Pinochet, llegará  Villa, de Guillermo Calderón (Teatros del Canal, 10 y 11 de noviembre), donde tres mujeres (interpretadas por Francisca Lewin, Macarena Zamudio y Carla Romero) discuten sobre las diferentes alternativas para transformar Villa Grimaldi, el lugar donde se instaló el centro de detención, tortura y exterminio a las afueras de la capital chilena en 1973.

El propio Guillermo Calderón está involucrado en el montaje que llega con la rúbrica de la Comedia Nacional de Montevideo. El autor chileno firma, junto al uruguayo Gabriel Calderón (que también la dirige), la versión de El príncipe constante de Calderón de la Barca que presentarán con el reducido título de Constante en el Teatro de la Comedia de la Compañía Nacional de Teatro Clásico los días 23 y 24 de noviembre. Se trata de un espectáculo donde no quedan muchos versos del original, pero sí mucho de su huella. “Hacer un clásico implica discutir y reafirmar su validez, ponerse en la línea de su tradición, pero apuntar hacia una dirección en el futuro”, explican los ‘calderones’.

Dinamarca, Portugal y Will Keen

Para público infantil llega la versión del clásico Alicia en el país de las maravillas de la veterana compañía danesa Asterions Hus, pensada para público familiar a partir de 6 años y que se podrá ver los días 11 y 12 de noviembre en el Espacio Abierto Quinta de los Molinos. Se trata de un espectáculo donde la actriz Tilde Knudsen ha tenido la colaboración fundamental de la diseñadora de vestuario inglesa Susan Marshall. Porque lo normal es que el vestuario entre al final de un proceso creativo, pero en este caso ha sido diferente. Lo explica así la propia Knudsen: “usamos el vestuario y las formas geométricas como punto de partida desde el primer día y, a partir de ahí, dinamizamos las figuras de la pieza. Ha sido un proceso apasionante y divergente, que ha dotado a la actuación de una fuerte expresión visual”.

Juan Mayorga, el dramaturgo español «vivo más importante», académico de la lengua, premio Princesa de Asturias y director artístico del Teatro de La Abadía, escribe y dirige La gran cacería, pero al frente del elenco tiene al actor inglés Will Keen, que ha pisado escenarios de Londres, París, Nueva York, Berlín, Milán o Edimburgo con la Royal Shakespeare Company y dirigido por Declan Donnellan o Michael Attenborough entre otros. Lo veremos de cerca, además, en la Sala Cuarta Pared, los días 17 y 18 de noviembre.

Destaca también el montaje inmersivo que trae la Companhia de Teatro de Braga (Portugal), A língua em pedaços, a partir del texto que el madrileño escribió sobre la figura de Teresa de Jesús. La puesta en escena pretende sumergir al espectador en el universo espiritual del siglo XVI y en el universo místico de Santa Teresa a través de un viaje de sensaciones: la cocina y sus aromas, el humo de la madera mezclada en el aire con el sonido lejano de las religiosas cantando sus oraciones, la oscuridad conventual a la luz de la chimenea y de las velas, y el silencio en el que Dios se introduce en las heridas de la personas. Se podrá disfrutar en Soto del Real, en su Centro de Arte y Turismo, el 11 de noviembre.

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