La producción incluye obras de Corselli, Sammartini y D’Aloy, los tres vinculados con las cortes de Parma y Milán. Las piezas escogidas forman a simple vista un curioso conjunto de piezas litúrgicas y obras puramente instrumentales, concretamente conciertos y sinfonías, pero no hay que perder de vista que el trasvase entre ambos géneros en diversas instituciones era más bien fluido. Y aquí hay que llamar la atención sobre lo que es, a nuestro juicio, el punto fuerte de esta grabación, que es que por primera vez se llevan a estudio la mayoría de las piezas que se dejan escuchar. Y es que, más allá de la alargada sombra del Renacimiento español, cada vez podemos disfrutar más del repertorio del barroco hispano. Precisamente por esto es que echamos de menos algún dato más sobre la procedencia de las piezas o los avatares que las abocaron al olvido, y podemos especular que es el interés en su recuperación lo que justifica el apoyo de la Fundación BBVA a través de una Beca Leonardo.
Yendo a lo que se escucha, en primer lugar podemos encontrarnos con la orquesta que, aunque con las adecuadas dosis de delicadeza, brilla en el carácter, siendo dos buenos ejemplos de esto la potente entrada del registro que abre el CD, el primer movimiento de la Sinfonía en sol mayor de Sammartini, y el presto del Concertino a 4 del mismo autor; todo envuelto en una justeza muy propia de la música cortesana dieciochesca, aunque quizás demasiado escorado hacía un ideal más clásico que barroco. Mención especial merece el Concertino para dos violines en re menor de D’Aloy.
En el apartado vocal nos encontramos con el contratenor Carlos Mena. Ya desde la primera pista Mena exhibe no solo la belleza de su instrumento, sino su sólido control técnico en una hermosa –y hermosamente cantada– Lamentación para el miércoles santo de Corselli. Y aunque en una grabación el balance entre cantante y orquesta es no solo responsabilidad de los músicos con el director a la cabeza, sino de la microfonía, hay que decir que en oportunidades la orquesta sobrepasa al solista.
En resumen, más allá de la interpretación de Mena, que derrocha buen gusto y las muy correctas intervenciones de la orquesta, son producciones como esta a las que debemos agradecer el abrir el apetito por música con muchos tesoros aún por descubrir.
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