Herreweghe ha afirmado aplicar a esta música los mismos principios que emplea en la de Orlando di Lasso o la de Bach para conseguir una interpretación históricamente informada que permita que la música fluya y hable por sí misma. En esta quinta sinfonía, el de Gante consigue aligerar la épica y el peso brucknerianos, y logra hacernos oír detalles que pasan desapercibidos en las grabaciones de siempre, logrando-y ahí está su principal mérito-que la música del austríaco conserve todo su sabor.