En busca de autenticidad y sinceridad

Dentro de su producción discográfica, de la cual ya he perdido la cuenta por su extensión, se enfrenta aquí a una de las obras cumbres del Clasicismo y probablemente de la música occidental. Muy bien rodeado de La Capella Nacional de Catalunya y de su orquesta Le Concert des Nations, asistimos en este álbum a una lectura de gran naturalidad, donde prima el mensaje, el texto, sin grandes alardes y pocas excentricidades. La maquinaria fluye con total sinceridad, convirtiendo lo complejo en sencillo y posicionando siempre la música y dicho mensaje en el foco de la escucha.

Cabe destacar el carácter y, por tanto, los tempi, imprimidos a algunos de las secciones, los cuales llaman la atención en una obra tan escuchada, lo cual siempre es de valorar. El Adagio del Introitus inicial es más ligero de lo habitual, totalmente lícito pues el término Adagio no hace referencia a ningún tempo lento, es sobre todo un carácter. Se pierde algo de misterio o profundidad con respecto a otras lecturas pero se ganan otros aspectos, como un ritmo más adecuado para la figuración rítmica escrita y para el texto, al final no deja de ser una introducción a una obra de grandes proporciones. El fugado del Kyrie se entiende con una claridad sobresaliente, con cierta tendencia hacia el puntillo francés. La secuencia Dies Irae demuestra una gran fortaleza con un carácter desgarrador, de lo mejor del CD. Al igual que el movimiento Tuba Mirum, con un andante ágil pero a la vez cantabile y muy adecuado, aquí, además, podemos escuchar algunos ajustes o añadidos de la partitura sin llegar a deformarla en ningún caso. El movimiento Hostias defiente la acentuación ternaria propia de la danza, mostrándose menos pesado y más interesante desde el punto de vista del ritmo y de la jerarquía en la organización de sus compases.

Como dice Savall en las notas del librito se ha seguido la instrumentación original de Mozart, completada en sus primeros movimientos por Freystädtler y Süssmayr, con los citados ajustes en el Tuba Mirum y las versiones de Süssmayr para los últimos movimientos. Como es habitual dentro de las intenciones del director se ha intentado en todo momento recuperar las condiciones de la época, por ello, se ha grabado con un conjunto vocal de 20 integrantes, algo más reducido de lo habitual, y una orquesta de instrumentos de época afinada a 430Hz.

La inteción de revivir todo el fervor de la fé católica ha sido siempre uno de los principales fines en este disco, en palabras de Savall: “pocas veces una obra musical habrá estado marcada de un modo tan intenso por el genio, la expresión, la fe y el sufrimiento de un ser humano”. Resaltar por último el magnífico papel de solistas, coro y orquesta, los cuales muestran un nivel impecable.

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