
© Anoush Abrar
Su poderosa voz y los ritmos de jazz/blues directamente importados de Nueva Orleans se combinan con sonidos modernos para crear un conjunto revolucionario.
Un nuevo disco: High Priestess
El último disco de Sarah McCoy, High Priestess, salió a la venta el pasado 27 de enero siguiendo el éxito de su primer álbum Blood Siren en 2019. Tras tres años de composición, la artista ha construido en su singular universo la arquitectura de un álbum que expone «la disección y el cuestionamiento de uno mismo y de la salud mental con un doloroso pero suave cuchillo musical». Sarah McCoy nunca para de evolucionar, enriqueciendo su música en cada nuevo disco, inspirándose en la música de Nueva Orleans. High Priestess es un álbum «termonuclear» con bajos profundos y burbujeantes, sintetizadores, beats, pianos oscuros y, por supuesto, un inquietante encantamiento vocal que desafía las supuestas certezas de la realidad. Un disco que atrae a un nuevo público y que demuestra la constante adaptación de la artista al mundo actual.
Nacida en Carolina del Sur en 1985 en el seno de una familia católica irlandesa, Sarah McCoy se formó clásicamente al piano durante su adolescencia. Dejando atrás el yugo familiar, con nada más que una guitarra colgada al hombro, Sarah recorrió las carreteras estadounidenses de Este a Oeste durante cinco años antes de establecerse en Nueva Orleans. Fue en un infame piano bar de Nueva Orleans, The Spotted Cat, donde se reconcilió con el piano y pasó cinco años como artista residente, y donde encontró una nueva y rara libertad de expresión y experimentación musical. En 2017, decidió instalarse en París, grabando en el mítico Studio Ferber con Renaud Letang y Chilly Gonzales, su primer álbum BLOOD SIREN. En 2021, Sarah llegó al estudio con dos años de melodías, ritmos, arreglos, sonidos recogidos en la calle y en la naturaleza, que resultaron en la creación de su último disco High Priestess (2022).
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