Doce Notas

Alfonso García de la Torre: Un compositor en las fronteras

notas  Alfonso García de la Torre: Un compositor en las fronteras

Desde el norte, Zuriñe F Gerenabarrena, me lanzaba la terrible noticia, de la que tardé en reponerme. Escribo consternada, pero sobre todo en recuerdo de un amigo, de un colega, de un compañero de oficio generoso, paciente, inteligente…. Lo cual es mucho y más.

Nació en Vitoria-Gasteiz en 1964, ciudad en la que residió toda su vida, comprometido con la enseñanza de la música en su vertiente más radical, la electroacústica. Había estudiado piano, composición e ingeniería electrónica y fundó, en cuanto pudo, el Laboratorio de Música Electroacústica del Conservatorio Jesús Guridi, al cual estuvo ligado toda su vida y que fue un referente para todos los “electroacústicos” de nuestro país durante muchos años. Pero, además fundó y dirigió el Festival Sinkro, un espacio dedicado a la difusión y creación de estas músicas fronterizas e inclasificables muchas veces: electroacústica, instalaciones sonoras, performance, electrónica en vivo, arte sonoro… últimamente se denominaba Espacio Sinkro, donde Alfonso seguía siendo su director artístico, y se había convertido en un proyecto más ambicioso y multidisciplinar, dedicado al desarrollo de los nuevos medios de expresión, aplicando las nuevas tecnologías a la interpretación y a la pedagogía musical.

El Festival Internacional de Música CARMELO BERNAOLA (www.bernaolafestival.com), de nuevo, surge por la tenacidad y la capacidad organizativa de García de la Torre, además de ser un ejercicio de lealtad y fidelidad hacia su maestro, dos valores humanos que sin duda caracterizaban a Alfonso.

En su catálogo sobre todo abundan las obras electroacústicas, instalaciones, música mixta, danza, vídeo, cine, multimedia…pero también encontramos piezas de música instrumental acústica, sin alteraciones tecnológicas de ningún tipo.

Hemos perdido un compositor comprometido con el riesgo, con la aventura de la creación sonora y el divertimento de hacer música sin prejuicios, ni siguiendo “convenientes escuelas”, o modas, sin narcisismos ni egocentrismos, tan usuales y aplaudidos en nuestro oficio. Hemos perdido un compositor discreto que laboraba en las fronteras, en las múltiples, infinitas fronteras de la expresión sonora, fiel y leal a sí mismo, siempre. Pero sobre todo y por encima de todo, hemos perdido un amigo.

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