Doce Notas

Eterna Celestina

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Carmelo Bernaola
es conocido por el público mayoritario por sus obras musicales para el cine y  la televisión – La Clave, Verano Azul-  y además por su labor  educativa dirigiendo la Escuela de Música Jesús Guridi en Vitoria-Gasteiz. Formado musicalmente en Burgos y Madrid es en Roma donde toma contacto muy temprano con la vanguardia musical europea, especialmente Bruno Maderna. Ya en 1962 recibe el premio Nacional de Música. Fue investigador musical en relación a manifestaciones folklóricas, especialmente las de Euskadi a quien dedica una cantata.

En los noventa recibe multitud de encargos, entre los que se encuentran dos de las tres piezas de este CD: La Celestina y Galatea, Rocinante y Preciosa. La primera en forma de ballet fue estrenada en el reinaugurado Teatro Real de Madrid, 1998.

La Celestina es una importante partitura con motivos musicales sombríos y reiterativos, muy rítmicos, aunque lo suficientemente vaporosos para dejar volar la imaginación: Goya lo conseguía en sus grabados. Percusión, teclados, flautas, viento-madera. Sonidos muy apropiados para recrear esas atmósferas. Partidura dotada de un leve serialismo, para tratar un tema universal de la literatura: el mal, que se impone incluso al amor entre Calisto y Melibea. Prescinde, claro, del texto de Fernando de Rojas. Pero su encargo no es usar tan magnífico texto – no es una cantata- sino el núcleo del conflicto entre la inocencia de los amantes y el mal, encarnado en Celestina. Un gran tema al que recurren muchos creadores. En estos meses podemos ver una recreación con grandes marionetas expresionistas a cargo de Teatro Corsario.

La pieza tiene una limpieza y sonoridad magnífica que seguro en parte es obra de la maestría del director asturiano Nacho de Paz, joven pero muy activo y talentoso. No cabe decir otra cosa de la orquesta sinfónica de uno de los mejores centros musicales de España, el donostiarra Musikene.

Las voces ayudan a seguir el argumento. El autor se resistió a darles un tratamiento electrónico y las acerca a una dicción naturalista y con referencias a la tradición musical popular española.

Una gran obra que merece de nuevo un directo que seguro sería espectacular, con o sin ballet.

La segunda pieza, Jaso, es obra de una de las mejores alumnas de Bernaola en Gasteiz: Zuriñe Gerenabarrena, a quien pude conocer brevemente en Gasteiz durante los años que allí viví y me causo una gran impresión musical y personal. Con un curriculum asombroso, Gerenabarrena entra directamente en terrenos atonales glosando la figura del maestro, levantando inmensas olas de sonido – desde el susurro- que doma orgánicamente a su antojo, dejando restos y rastros percusivos que nos llevan a terrenos transitados a veces por su mentor para recrearlos y actualizarlos en su sonoridad . Magnífica y prometedora partitura en cualquier país de Europa. ¿En España? No me atrevo a aventurar, quiero ser optimista.

Compositora muy comprometida con la creación musical europea, ha visitado tanto Japón y USA como Australia. Actualmente enseña contrapunto y armonía en Musikene.

Excepcional trabajo que no elude la electrónica, a diferencia del maestro Bernaola. Ejemplar.

El disco se cierra con la pieza de inspiración cervantina:  Galatea, Rocinante y Preciosa una partitura que conduce la voz de la soprano Irene Fraile  y en la que la música envuelve con libertad rítmica y flexibilidad sonora, aunque breve un gran hallazgo.

Debo reconocer de nuevo el esfuerzo de dirección de Nacho de Paz al hacerse cargo de estas obras tan diferentes y complejas, a pesar de la claridad con que nos llegan en este disco de magnífica grabación y producción marca de la casa lbs classical y de Musikene, un centro de excelencia musical como pocos.

En su tienda habitual o en lbsclassical.es y a disfrutar.

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