Doce Notas

James Gaffigan: nuevo director musical en Les Arts

reporturia  James Gaffigan: nuevo director musical en Les Arts

© Miguel Lorenzo

Mucho se espera en Les Arts de este director estadounidense de mediana edad, enérgico, vigoroso y de mirada penetrante, que ahora asume la titularidad artística por el plazo de cuatro años.

Lo cierto es que Gaffigan se halla en un momento de gracia en cuanto a su carrera musical: entre sus recientes nombramientos figuran los de Director Musical de les Arts, Principal Director Invitado de la Orquesta Sinfónica y Ópera de Trondheim y Director Musical de la Orquesta Junior del Festival de Verbier, además de Director Invitado Principal de la Orquesta Filarmónica de la Radio de los Países Bajos. Esto en cuanto a los nuevos compromisos adquiridos de manera permanente. Súmese a ello su apretada agenda como director invitado que le llevará a dirigir a París, Berlín, Nueva York, Chicago, Atalanta o Cincinnati.

Sus estancias en Valencia se verán reducidas a lo largo de la presente temporada a un par de semanas al inicio y final de la misma, en las que dirigirá una ópera y un concierto respectivamente. Nada más, no al menos en este primer año de su contrato laboral como titular de la orquesta que debería servir para asentar las bases de “un periodo de estabilidad y crecimiento” de la OCV, según sus responsables.

Todo comenzó el pasado domingo, día de puertas abiertas en Les Arts, con una orgía sonora que arrancó con la Fanfarria para el hombre común de apenas cinco minutos de duración del compositor estadounidense Aaron Copland.

Con su contundente sección de metales y percusiones, la obra sirvió de botón de muestra de un programa inteligentemente confeccionado para atraer a un público profano sin caer por ello en tópicos. Tras la Fanfarria, cuya popularidad alcanzó cotas inusitadas al infiltrarse en el mundo de la música pop tras el arreglo que de ella hizo el conjunto de rock sinfónico Emerson, Lake & Palmer en 1977, sonó la Sinfonía nº 1, de Prokófiev.

Si bien aún de corte clásico, armónicamente ya apunta maneras, oteando horizontes nuevos que el genio ruso alcanzaría y perfeccionaría en sus años de madurez creativa. Nada que objetar a la impecable interpretación en términos individuales y colectivos.

Más de lo mismo cabe afirmar de la subsiguiente página mozartiana para ballet, Idomeneo K637, donde las cuerdas lucieron un sonido claro y bien matizado. La velada concluyó con un fogoso Pájaro de fuego, valga la redundancia, que puso en evidencia la buena marcha del binomio Gaffigan/OCV.

Lástima que tras el Réquiem escenificado de Mozart que inaugura la temporada lírica tengamos que esperar hasta mayo de 2022 para volver a verlos juntos.

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