Doce Notas

La repercusión del texto literario en el ámbito musical

teoria y practica  La repercusión del texto literario en el ámbito musical

Don Quijote. C. Halffter © Javier del Real

Cuando analizamos la repercusión del texto literario en el ámbito musical, es importante observar la propiedad común existente entre lenguaje y música. Las palabras y las notas musicales presentan sucesiones de sonidos que pueden distinguirse y recordarse. Con la palabra hablada, además, lenguaje y música comparten la inmaterialidad del sonido, ya que éste es intangible e invisible.

También existen diferencias entre ambas, puesto que la música se compone para ser repetida y el habla no admite repetición. Otro aspecto divergente es la gran abstracción que posee la música por carecer del significado semántico concreto que tiene la literatura y, por este motivo, algunas obras musicales incluyen un título a modo de orientación para inducir al oyente a formar determinadas imágenes mentales relacionadas con la escucha.

En el texto literario se usa el lenguaje con elementos estéticos, empleando la palabra como instrumento para expresar ideas de manera depurada y según un cierto criterio de estilo.

Actualmente, la palabra hablada y la palabra escrita se consideran sistemas de expresión alternativos pero iguales y se han realizado diversas investigaciones para estudiar la naturaleza y el alcance de sus diferencias. El contraste más evidente es la forma física que presentan ya que el habla usa materia fónica y la escritura utiliza materia gráfica. Las diferencias en el uso de la estructura entre lenguaje hablado y lenguaje escrito son inevitables, porque son producto de unos tipos distintos de situación comunicativa.

El habla está ligada al tiempo, es dinámica, pasajera y forma parte de una interacción entre dos o más participantes que están presentes, en directo o a través de las nuevas tecnologías. El emisor y el receptor se perciben muy próximos para dialogar, comentar, preguntar o responder sobre temas que están tratando en esa circunstancia concreta. La espontaneidad y rapidez del habla minimizan la posibilidad de una compleja planificación previa y favorecen rasgos que ayudan al hablante a mantener un pensamiento coherente.

La escritura, en cambio, está ligada al espacio, es estática, permanente y se presenta como el resultado de una situación en la que el emisor está lejos del receptor y, con frecuencia, se desconoce quién es el receptor como ocurre en la mayoría de las obras literarias. La permanencia de la escritura permite lecturas repetidas, análisis más detallados de los textos y favorece el desarrollo de una organización cuidadosa con expresiones compactas. En una interacción escrita, los participantes no pueden verse y no pueden contar con el contexto para que les ayude a aclarar lo que quieren decir, como ocurre cuando se habla. El empleo de la palabra escrita tiende a ser más formal que la palabra hablada y posee un prestigio especial que deriva, principalmente, de su permanencia.

Desde el punto de vista de la lingüística, en el texto literario predomina la función poética del lenguaje y su composición atiende fundamentalmente a la forma propia del lenguaje, a su belleza y a su capacidad para recrear sucesos imaginarios, conceptos, ideas o argumentos. Muchos novelistas, ensayistas, dramaturgos y poetas utilizan la palabra oral o escrita (prosa o verso) para narrar relatos ficticios o reales impregnados con las características propias del arte creativo de cada autor.

En cambio, en el texto no literario existen una gran variedad de escritos que están regidos por otras funciones como la informativa, referencial o connotativa que sirven para transmitir y divulgar conocimientos científicos, establecer normativas o hacer publicidad.

En la música se utiliza la ordenación racional del sonido y silencio dotada de significación, con una combinación de sonidos que pueden estar generados por la voz humana, instrumentos o ambos a la vez, de forma que produzcan deleite y conmuevan la sensibilidad del sujeto que realiza la escucha.

La relación entre palabra y música ha existido desde hace muchos siglos y ha adquirido diversas formas a lo largo de la historia. En la actualidad, observamos algunas modificaciones debidas, sobre todo, a diversos cambios del contexto social y a las características propias de la expresión artística de cada época.

En la Antigüedad, las manifestaciones literarias de tipo oral estaban acompañadas de música que, generalmente, era una sencilla melodía que constituye la línea horizontal de la estructura musical. La palabra lírica proviene del término lira que hace referencia al instrumento musical que acompañaba al texto. Los aedos eran artistas que cantaban epopeyas, versificaban mitos y narraban leyendas con una cítara, aulos, arpa o phorminx (lira grecolatina). A menudo, empezaban su canto con un proemio, es decir, un canto corto que servía de preludio a la epopeya principal y componían sus propias obras. Los rapsodas, en cambio, eran recitadores de sucesos del pasado, hazañas o triunfos militares y no utilizaban instrumentos musicales en su declamación. Estaban sujetos a un texto escrito por lo que no improvisaban y en la mano sostenían un bastón o vara, el rapdos, para marcar el ritmo de los versos elevando la intensidad de la voz a intervalos. Prestaban sus servicios en reuniones o banquetes como poetas o cantores con remuneración económica y, como eran poseedores de una memoria prodigiosa, la oralidad era una herramienta extraordinaria para la transmisión de sus cantos y poemas. La información obtenida del estudio de ánforas, vasos y frescos ha posibilitado el conocimiento del arte musical hermanado con la poesía. Asimismo, en Grecia y Roma, las representaciones teatrales recurrían a la música y los coros por considerar que dotaban de gran expresividad al espectáculo. A través de los mosaicos y pinturas que se han conservado, podemos observar los gestos de los actores, las máscaras utilizadas para los distintos personajes y los instrumentos musicales utilizados como címbalos de bronce, flautas de bronce o panderos. El teatro es un género literario que siempre ha estado concebido para ser representado ante un público en un escenario y, por su naturaleza de espectáculo, el texto teatral ha incluido fragmentos musicales, danzas y canciones a fin de incrementar la emotividad de las escenas.

En la Opera y Zarzuela, la relación palabra y música ha estado muy presente ya que ambas forman parte de un mismo discurso sonoro y teatral. La ópera es el género que más se ha nutrido de la literatura y se ha inspirado, frecuentemente, en obras o personajes literarios. El autor del libreto, es decir, el texto que cantan las voces con acompañamiento de la orquesta, adapta al formato operístico las obras escritas por los autores y la música narra con un discurso sonoro los motivos literarios.

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