Puesto que esta es solo una versión de audio nos limitaremos a comentar el producto sonoro, aunque en el booklet aporte no poca información escrita, y sobre todo visual, sobre la puesta en escena. Solo hemos de decir, a este respecto, que siempre es un plus sonoro una versión discográfica de ópera grabada en directo, porque está llena de detalles audibles propios del movimiento escénico, que aportan profundidad, dinamismo y/o verosimilitud a la grabación.
Si hablamos concretamente de las interpretaciones hay dos casos en los que las ornamentaciones se suceden reseñablemente, nos referimos a las arias “Cara sposa” y “Lascia ch’io pianga”. De más está decir que en el mar de versiones discográficas y de concierto que se pueden venir a la cabeza para ambas piezas, abundan versiones magnificas, lo cual, con la actual sobrevaloración de la originalidad y lo único, es sin duda algo por lo menos problemático.
En el material escrito que acompaña la producción, podemos leer que es el mismo director, Ottavio Dantone, quien se ocupa de las ornamentaciones de los da capo que luego adapta a cada cantante. En “Cara sposa” el resultado es elegante, indudablemente dentro del estilo y cantado de manera convincente por Delphine Galou, quien los usa no solo como recurso de lucimiento, sino para hondar en el ethos que bien sabe conseguir para el aria.
El caso contrario es el de “Lascia ch’io pianga”. Vaya por delante (y eso lo sabrá quien haya cantado el aria) que no es nada fácil de ornamentar en el da capo, que da pocas alternativas, pero aquí Dantone y Francesca Aspramonte sacrifican la belleza galante de la famosa melodía en pos de aportar más movimiento. El resultado se parece más a un divagar melódico que a una ornamentación que aporte un resultado artístico convincente.
Yendo a los casos concretos de los cantantes, a quien primero escuchamos es al contratenor Raffaele Pe, en el papel de Goffredo, sólido en su personaje y que nos regala uno de las más bellas interpretaciones de esta producción: “Siam prossimi al porto”, que abre el segundo acto.
La siguiente en participar con un aria es la soprano Francesca Aspromonte (Almirena), de sólida técnica y personalidad, aunque hay que decir que le sobra histrionismo en el ya mencionado “Lascia ch’io pianga”.
La contralto francesa Delphine Galou, en el papel protagónico, desde su primera aria nos deleita con un verdadero saber hacer en cuanto a estilo (su currículum es apabullante), pero es difícil no echar de menos más bravura en el personaje, que es un militar abocado al combate y, en última instancia, el héroe de la trama.
Muy seguidamente, para presentar al personaje, escuchamos al bajo Luigi de Donado, expresivo y de generoso sonido.
Es particularmente brillante la intervención a lo largo de toda la ópera de la soprano Anna Maria Sarra en el papel de Armida quien, además de hacer gala de una sólida técnica, muestra al personaje con toda la fiereza que se espera en aquellos momentos en los que deja ver todo su poder maligno.
A pesar de las observaciones hasta aquí expuestas -que son artísticas, no técnicas- sin duda estamos ante una versión de gran nivel, lo cual se explicita no solo en las intervenciones vocales sino en el despliegue instrumental que se luce sobre todo en los hermosos y bien conseguidos momentos exclusivamente instrumentales.
Por último, hay que reconocer, sin lugar a dudas, el que Dantone no se deja llevar por extravagancias para “conseguir ritmo” o “mantener ritmo” a lo largo de toda la obra, porque una ópera barroca del XVIII no es un objeto sin solución de continuidad, sino una sucesión de números muy propensos a reordenarse u omitirse y está en el buen gusto y saber hacer del director, sacar de allí el atractivo sin recurrir recursos fuera de sitio.
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