Doce Notas

El Cascanueces, con la CND, llega al Teatro de la Maestranza

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Con la brillante partitura de Chaikovski servida en vivo por la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) dirigida por el jienense Manuel Coves, la Compañía Nacional de Danza (CND) llega al Teatro de la Maestranza para ofrecernos, actualizado, El Cascanueces, un clásico del ballet de todos los tiempos que, si se mantiene vigente, es por su innegable capacidad para seguir seduciendo a las audiencias, tanto jóvenes como adultas, con su infantil y bellísima -pero también inquietante y perturbadora, como acentúa esta versión de la CND- historia mágica.

La propia cronología de la elaboración de El Cascanueces nos habla ya de una larga sucesión de fascinaciones comunes por el relato de cómo el amor infantil por un muñeco destrozado -en apariencia, un pueril episodio en el que, sin embargo, se comprimen la vida y la muerte-puede convertir el dormitorio de una niña en todo un maravilloso retablo mágico donde estallen sus sueños… y sus pesadillas.

Desde E. T. A. Hoffmann, que en 1816 ideó la historia planteándola como un cuento de hadas para la Navidad; Alejandro Dumas, que lo adaptó; P. I. Chaikovski, quien en 1892 compuso bellísimas melodías para un ballet por encargo del director de los Teatros Imperiales rusos; Marius Petipa, que volvió a adaptar la versión de Dumas y Lev Ivanov, que coreografió ese libreto convirtiéndolo en un ballet que se estrenó en 1892 en el Teatro Mariinski de San Petersburgo y, ahora, José Carlos Martínez (Cartagena, 1969), que tras ser Bailarín Estrella de la Ópera de París y Premio Nacional de Danza, vuelve a reelaborarlo para celebrar el 40 aniversario de la Compañía Nacional de Danza (CND).

Martínez traslada la acción a principios del siglo XX en un espectáculo de gran elegancia, tanto por la estilizada puesta en escena como por el lujoso vestuario desplegado sobre un decorado minimalista que deslumbra al espectador y que reivindica la belleza del ballet clásico con un dinamismo y una potencia extraordinaria.

En su versión, la realidad y la fantasía, quedan íntimamente entrelazadas. Los vasos comunicantes del inconsciente y del consciente, conectados. El mundo infantil y el mundo adulto, unidos en un solo espectáculo.

Tras el gran éxito de Don Quijote -visto también en el Teatro de la Maestranza- la CND volvió la vista hacia el gran repertorio clásico para trasladar la historia de El Cascanueces a 1910, acentuando el contraste entre el realismo burgués de una fiesta familiar y el imaginario de Clara, donde cohabitan sus deseos con sus miedos, imágenes maravillosas con otras mucho más inquietantes y fantásticas. La estrecha frontera entre el mundo real y el de la fantasía permite transportar al espectador a un universo mágico por el que viajará a través de los recuerdos de su propia historia, ha explicado José Carlos Martínez.

Martínez -quien ha bailado varias versiones célebres de El Cascanueces, entre otras la de Nureyev- sabe que el reto de este ballet es contarlo de una forma tradicional pero aportando un toque personal. En ese sentido, y alejándose de las versiones más naif y aniñadas, ha rescatado la cierta violencia y maldad contenida en el cuento original. Creo que esas pinceladas aportan a la obra un toque más actual, ha explicado sobre un título que durante generaciones ha sido el ballet con el que muchos padres han introducido a sus hijos en el amor a la danza. El Cascanueces sigue estando de moda.

Esta producción fue estrenada por la Compañía Nacional de Danza en octubre de 2018.

www.teatrodelamaestranza.es

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