Sin demonio no hay fortuna fue la primera, Tres desechos en forma de ópera la segunda y Ángelus Novus la tercera.
Parte de textos del pensador alemán Walter Benjamin, que nos descubrió a comienzos del s. XX los mecanismos de dominación ideológica y cultural que vendrían más tarde, es pues un texto no dramático, no hay protagonista ni antagonista, ni lucha por imponer sus ideas o conductas. Es descriptivo, como mucho del teatro desde Brecht o Weiss y autores posteriores.
Un excelente conjunto instrumental nos ofrece una obra serialista de muy densas tramas de sonido al que aportan calidez el clarinete, violín, piano ¿Stravinsky o Boulez? Creo que sí, desde luego muy lejos de la experiencia atonal centroeuropea, mas cerebral y matemática, quizá menos orgánica.
Las voces, magnificas, imprimen continuidad a los textos emulando una conversación entre hombre y mujer, aunque a veces se echa de menos una cierta ruptura de la monodia.
Se estrenó en Teatros del Canal, Madrid, con puesta en escena de Vanessa Montfort, escultura de luz de Darya von Berner y coreografía de Marta Caballero. No pude ver el espectáculo en directo, que supongo con los textos sobre proyectados. Tuvo que ser una experiencia sensorial e intelectual importante.
Lástima que la cultura en España tenga una “memoria de pez” y no se repongan estas iniciativas de interés. Así no hay quien avance. Por lo menos que quede huella en los documentos grabados y en reseñas de revistas antes de que algún estudioso de la ópera española contemporánea descubra a nuestras autoridades musicales la valía de muchos de sus conciudadanos creadores.
Una de las partes de esta obra se llama: la fatiga del poder. Pues eso…
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