
José Luis Temes, Eva Villaver, Mirem Iñáriga, Tomás Marco y Emilio Casares. © Carla Sampedro
Más de medio siglo después de su primer esbozo en 1967, la ópera Selene, del compositor español Tomás Marco, irrumpe en el formato digital para conmemorar los 50 años de la llegada del hombre a la Luna. La Sala Gayarre del Teatro Real acogió el pasado lunes 13 de mayo la presentación del disco compacto de Selene. José Luis Temes (director de orquesta), Tomás Marco (compositor), Mirem Iñáriga (directora académica del centro Musikene) y Emilio Casares (musicólogo) regalaron a los asistentes distintas pinceladas humorísticas sobre el proyecto y un ejemplar de la grabación.
Estrenada en el año 1974 en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, Selene, en palabras de Temes, “es una reflexión sobre la Luna, desde siglos inmutable, bella inflexible y mágica, que se siente ultrajada por la decisión de los humanos de perturbar su soledad silenciosa.” El director madrileño, buen conocedor de la música de Marco, ha dirigido ya 26 de sus obras. Selene suma a su discografía el volumen número 98, al que concibe como “parte fundamentalísima de nuestro patrimonio musical”.
Marco compuso el primer boceto de la obra mientras la NASA trabajaba en el proyecto del Apolo 11, que vería cumplidos los sueños de Kennedy el 20 de julio de 1969. “Un primer estadio de este proyecto, resultado de un encargo de la Fundación Juan March, tomó el título de Luna (1971)”, recordó Temes. Selene no tiene libreto, ni acción definida, ni texto fijo. Marco escribe en la partitura su posible libreto, una guía para que cada producción pueda o no utilizar poesías diferentes. Dicho texto no está encomendado a los cantantes, que se expresan a través de melismas y sonidos, mientras que son cuatro o más actores los que declaman la palabra.
En Selene, Marco no deja lugar a la improvisación. Escrita para cuarteto vocal (soprano, mezzosoprano, tenor y barítono), orquesta sinfónica con cuarteto de saxofones y un importante peso de la percusión, es una “obra profundamente lírica y con algunos pasajes de contenido romántico”, subraya Temes. Después de su entreno en 1974, bajo la dirección musical de Odón Alonso y dirección escénica de Rafael Pérez Sierra, fue repuesta en el mismo escenario (Teatro de la Zarzuela) en 1996 con Cristóbal Halffter y José Carlos Plaza, respectivamente. Desde entonces hasta hoy, Selene ha permanecido en el olvido.
La mesa, moderada por Temes, centró en su persona el mayor protagonismo. Su habilidad con el verbo, el interés implícito de sus declaraciones, así como las genuinas ironías y el tono alto y claro de su voz, condujeron la presentación de casi dos horas de duración, que alternó la palabra con fragmentos musicales de Selene. La grabación, producto distinto a los anteriores, adapta los textos de las representaciones precedentes y alguno nuevo en euskera. “Creo que ha quedado una versión distinta de las anteriores y creo que mejor”, confesó Marco.
Emilio Casares realizó una intervención complementaria que condensó, principalmente, su malestar .por el desprecio del repertorio autóctono: “llevo catalogadas más de 800 óperas. Probablemente hemos sido los españoles los que hemos producido más música física… Y nuestro repertorio operístico es de primera”. Otros invitados se sumaron momentáneamente a la mesa: Ana Otxoa (soprano e intérprete de Selene), Benjamín Montesinos (astrónomo), que viajó a Washington para solicitar el patrocinio de la NASA en el proyecto – volvió con las manos vacías –, y Eva Villaver (astrónoma y escritora), que presenta en las próximas semanas su libro Las mil caras de la Luna.
Cincuenta minutos demora el enfado de la diosa Gea (mezzosoprano), la vista a la joven hija Selene (soprano) y el viaje espacial. Para completar el CD, Púlsar, otra obra de Tomás Marco relacionada con la Astronomía y dedicada a José Luis Temes, hace las veces de coda al sueño lunar.
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