Doce Notas

Piazzolla para cuerdas en el Auditorio Nacional

clasica  Piazzolla para cuerdas en el Auditorio Nacional

Eric Silberger © Nikolaj Lund

El bandoneón aúna en el mismo fuelle la adrenalina del canalla y su posterior lamento. Portuario y arrabalero parecía condenado a ser un instrumento periférico, relegado a refriegas y ajeno glamour. Así fue hasta la llegada del gran Astor Piazzolla, que sin traicionar un ápice el espíritu de este ‘acordeón rioplatense’ logró situarlo bajo los focos del auditorio. Entre las obras que han subido más han seducido a las plateas ilustradas figuran sus cuatro estaciones

Las Cuatro Estaciones Porteñas del compositor argentino conforman el plato fuerte de la próxima cita de la Sociedad de Conciertos La Filarmónica programada para el 7 de febrero a las 19:30. Dos invitados de excepción se personan en el Auditorio Nacional para la ocasión: el joven violinista Erik Silberger y la Orquesta de Cámara de Múnich. Lo harán con otras tres partituras del repertorio camerístico: el célebre Adagio para cuerdas de Samuel Barber, el Concierto para violín y orquesta en la menor BWV 1041 de Johann Sebastian Bach y la Serenata para cuerdas en do mayor op.48. Música recogida de Norte a Sur (Argentina y EE.UU) y de Este a Oeste (Alemania y Rusia), cuatro pinceladas de cada latitud en una sola velada.

Silberger, que ejercerá a la par como solista y director, se ha convertido en uno de los violinistas más alabados de la nueva generación. Desde que en 2011 deslumbrara en el XIV Concurso Internacional Piotr Ilich Chaikovski su meteórica carrera le ha llevado por algunos de los auditorios más afamados de oriente y occidente, a las órdenes de directores como Valery Gergiev, Lorin Maazel, Vladimir Ashkenazy o Michael Tilson Thomas. Formado musicalmente en la Julliard Music School de Nueva York, en los últimos años ha centrado buena parte de su quehacer interpretativo en el ámbito camerístico. Del que sin duda será una buena muestra el programa seleccionado para su concierto en el Auditorio Nacional. No en vano está más que familiarizado con la música del compositor bonaerense, merced a su colaboración con el bandoneista JP Jofre y JP Jofre Hard Tango Chamber Band.

Al sonido incomparable del Guadagnini de 1751, en las experta y rauda digitación de Silberger, hay que sumar la solvencia contrastada de la Orquesta de Cámara de Múnich, formación con más de 65 años de existencia y un espectro que abarca del barroco hasta compositores como Iannis Xenakis o Wolfgang Rihm. Los 28 integrantes del conjunto bávaro se erigen en uno de los principales de salvaguardas del repertorio no sinfónico, con más de 60 conciertos al año en auditorios de todo el planeta.

La génesis de las Cuatro Estaciones de Astor Piazzolla responde a cualquier cosa menos al propósito de emular al famoso violinista y compositor véneto. Compuestas por separado entre los años 1964 y 1970 fueron concebidas como impresiones o estampas anímicas de su ciudad, Buenos Aires. La versión primigenia para quinteto (bandoneón, guitarra eléctrica, piano, violín y contrabajo) conoció una segunda vida a raíz de la revisión instrumental que en 1998 finalizó Leonid Desytnikov, convirtiendo este set de cuatro obras en cuatro conciertos para violín solista. Una reformulación de la obra urdida a modo de réplica de las Cuatro Estaciones de Vivaldi, junto a las que a menudo suele interpretarse.

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