Doce Notas

Rayos y cellos

Cellos

2cellos

Una puesta en CD algunas de las canciones que ya son en vídeo éxito de visitas en YouTube a través de su canal oficial, más algunas otras piececillas de creación propia; todas muy chelísticas, barroqueras y electrolíticas para una buena conducción hacia Vivaldi Storm, el ojo de este nuevo huracán que han publicado los dos violonchelistas balcánicos. cellos

Quinto álbum, que en realidad lleva deshojándose desde meses antes del otoño, por cómo son ahora estas cosas de las promociones; y porque no paran de trabajar. Concept2 es una de las piezas propias que sirve de introducción al disco: rítmica, repetitiva y electrónica; y Cadenza es la otra, en la que modelan un motivo alla barroca de arpegios rápidos en el agudo para crear ambiente.

Son minuciosamente respetuosos con la música cuando quieren. Como en Seven Nations Army (2003), la canción de The White Stripes, que reproducen de forma prácticamente literal, quizá un punto más rápido de metrónomo -y un semitono más agudo-, para no aburrir al personal y lucir aún mejor sus cualidades virtuosas. O como en la melosa Perfect (2017), de Ed Sheeran, en que reproducen estrofas y estribillo a la perfección alternándose en el solo y en el acompañamiento pizzicato sin más adornos. También son muy cuidadosos con las otras baladas del conjunto, igualmente tocadas en acústico: Hallelujah (1984) de L. Cohen queda preciosa entre los dos, cada uno imitando el ambiente dulce de la canción en una media voz del violonchelo, con su (de cada uno de ellos) sonido particular, en la tesitura grave del instrumento y en el agudo, no exenta de dificultad. Merece especial mención Imagine (1971), que tocan con todos los matices imaginados por el violonchelo para evocar aquello que quedó en nuestra memoria sentimental desde que la cantó Lennon.

Pero no son menos respetuosos con la música que no interpretan literalmente. Que desmiembren el motivo inicial de la 5ª Sinfonía, de Beethoven hasta hacerlo coincidente con el motivo de Whole Lotta Love (1969), de Led Zeppelin no es falta de respeto… O quizá sí -¡el viejo sordo de Bonn!… Pero forma parte de la desmitificación de la música clásica y la impostura que la acompaña, que intentan promocionar junto a su imagen desde sus inicios. Y esa desmitificación hecha con conocimiento de causa y desde dentro del sistema de la música ¿culta? (¿retrógrada?) resulta casi necesaria.

Todo cabe en el disco. Desde los grandes éxitos roqueros de hace años hasta los temas más modernos, con Despacito (Ender, Fonsi, Yankee, 2017) como ejemplo de cómo arreglan para el violonchelo y lo hacen moverse a ritmo latino y cantar, a falta de pronunciar la letra -que por otro lado, casi mejor- igualando el estilo rapero, sin pegas de ningún tipo. Desde un arreglo de la banda sonora de Piratas del Caribe (Hans Zimmer, 2007) simplificado en tres de sus temas más famosos, algunos estilizados hasta sus orígenes más reconocibles de música de danzas marineras irlandesas tocada por instrumentos de cuerda. Desde Eye of the tiger (1982), de Survivor, más rápida y muy trabajada con la chelificación de los motivos y los efectos que imitan la guitarra eléctrica.

Hasta la mezcla en una sola pieza de Asturias, de Albéniz (1890) con la Aragonesa de la ópera Carmen de Bizet (1875), posibles de amalgamar porque ambas suenan en realidad a fandango para un oído atento… Y hasta la adaptación para ambos dos del último movimiento del 2º concierto para violín del conjunto Las cuatro estaciones, que tiene como encabezamiento «Tiempo impetuoso de verano». No creo que a Vivaldi le disgustara en absoluto esta versión (que se toma muy pocas licencias y es más barroca que muchas de los años 80 pasados) especialmente virtuosa y efectista para el violonchelo: la tormenta queda espectacularmente representada por la música tocada por 2cellos y en el vídeo llega a mojar de forma también espectacular a los violonchelistas con sus instrumentos (menos mal, de fibra de carbono).

La visualidad siempre ha sido un factor muy importante, desde su primer vídeo, por cómo son ellos… Pero qué equipo de técnicos han tenido siempre a su alrededor; ni una nota sin la imagen que le corresponda. Por otro lado, las piezas electrónicas casi se componen en la mesa de mezclas, pero lo tocado en acústico no es que no esté trabajado de sonido. Unas grabaciones impecables han acompañado siempre a este dúo de 2cellos, con unos técnicos que se sabe que están, pero no se notan -ni se ven porque no ponen su nombre en ningún sitio.

¡Cómo no van a tener éxito! No se han hecho famosos por un golpe de suerte, por un pelotazo, por la casualidad de que una de sus canciones se convierte en el hit del verano… Es que no paran de tocar y planear y estudiar y hacer música de verdad. Escogen muy bien lo que hacen y con quién: ya no se equivocan. Sus puestas en escena son impactantes, deslumbrantes. Su forma de tocar es encantadora. No son actores y sin embargo qué capacidad para representar bien su papel en el límite entre la actuación y el juego; qué gracia, qué buena sombra.

No cabe duda de que los 2 violonchelistas son dos grandísimos músicos, que desde el principio no han renegado de su formación ni de sus gustos, sino que han intentado unir ambas cosas, que parecen dos pasiones. Sus interpretaciones tienen todo lo que debe tener la buena música: carácter y expresión. Y a todo eso se une la sinceridad. En un mundo invadido por lo postizo, por la falsa apariencia de una realidad fingida, cuando algo es auténticamente sincero destaca entre todo lo demás. Y eso es lo que les hace triunfar: la naturalidad de su talento.

¡Ah! «Show must go on». Nadie puede imitar la voz desesperada del gran Freddie Mercury en su agudo más sincero y emocionado… excepto un violonchelo; o 2cellos. Electrizante, musicalizante y comercializante.

Sobre la mezcla de estilos ¿cómo criticar si nos dan una lección musical? Y además, quién pone puertas al campo, quién amuralla una voz.

____________________________

Salir de la versión móvil