Doce Notas

Cita romántica en el Auditori con ‘B’ de Beethoven, Berlioz y Barcelona

Beethoven

clasica  Cita romántica en el Auditori con ‘B’ de Beethoven, Berlioz y Barcelona

Sylvain Cambreling ©Marco Borggreve

Si Beethoven encarna la quintaesencia del romanticismo alemán, Berlioz evidencia lo propio en la música francesa. Un generoso pellizco de ambos (el Concierto para piano n.4 en Sol Mayor op.58 del primero y la Sinfonía Fantástica op.14 del segundo) podrán escuchar los abonados a la temporada sinfónica de l’Auditori en su próxima cita con la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya. Este es el programa que ha seleccionado Sylvain Cambreling para los días 16, 17 y 18, protagonismo que compartirá con el excepcional pianista Garrick Ohlson y que preludiará Les offrandes oubliées, ‘meditación sinfónica’ del también francés Olivier Messiaen.

El sexto concierto de temporada de la orquesta barcelonesa nos sitúa frente a uno de los directores más valorados del momento, aunque no muy prodigado en la ciudad condal hasta la fecha. Cambreling compagina su cargo como director titular de la Yomiuri Nippon Symphony Orchestra junto con la dirección de la Ópera de Stuttgart y es probablemente el chef d’orchestre francés más destacado de su generación. Además de su magisterio en tierras japonesas, se le puede ver habitualmente dirigiendo a la Sinfónica de Hamburgo, la Südwestdeutschen Rundfunk Orchestra de Baden-Baden y sobre todo en los grandes fosos operísticos europeos. Su trayectoria por los teatros de ópera es tan amplia como variada. Desde su ya lejana dirección artística del Theater la Monnaie de Bruselas (1981) hasta el reciente estreno, el verano pasado, de la ópera Erdbeben. Träume (Terremoto. Sueños) del compositor Hozokawa, su estela musical se prolonga desde París hasta Stuttgart, ciudad esta última de cuya ópera estatal es máximo responsable.

En 1970, en plena Guerra Fría, Garrick Ohlson se convirtió en el primer y hasta la fecha único pianista norteamericano en ganar el prestigioso Concurso Chopin de Varsovia. Casi 50 años recorriendo escenarios de todo el planeta prestigian su virtuosismo y excelsa sensibilidad. Menos conocido quizás de lo que su curriculum pudiera dar a entender, acude a Barcelona en esta ocasión con un concertante imprescindible del repertorio pianístico: el Cuarto concierto de Beethoven, el último que el propio compositor estrenara hace ya 210 años.

Aunque puedan parecer obras muy distantes en el tiempo, escasos 12 años separan el estreno de la Sinfonía Fantástica y el penúltimo de los cinco conciertos para piano de Beethoven. El compositor francés, ferviente admirador del alemán, dio otra vuelta de tuerca al género sinfónico el 5 de diciembre del revolucionario año 1830, fecha clave en el futuro devenir de dicha forma musical. El Conservatorio de París fue el primer escenario donde se ejecutó esta ensoñación sinfónica, que cambiaría radicalmente el encorsetado patrón de dicho género, dinamitando la forma y descubriendo a la par a uno de los más grandes orquestadores de todos los tiempos.

La denominación en francés de los cinco movimientos -lejos del allegro-andante-scherzo-allegro protocolario-, a saber, Rêveries – Passions, Un bal, Scene aux Champs, Marche au supplice y Songe d’une nuit de Sabbat, constituyen por sí solos un desafío de envergadura y todo una declaración de intenciones. Esta sinfonía, la única como tal bautizada por el compositor francés, allanó el camino a lo que poco después pasaría a denominarse música programática.

Consumado especialista en Berlioz, la interpretación de Cambreling años atrás de Troyanos en el Festival de Salzburgo y la ópera de París no pasó inadvertida. El director galo subirá hasta tres veces a la tribuna de l’Auditori para dar cuenta de estas dos partituras cruciales del romanticismo temprano. Tempranas, pero no por ello menos revolucionarias.

www.auditori.cat

____________________________

Salir de la versión móvil