Casa de verano de la realeza, símbolo de la belle époque donostiarra, emblema de la ciudad y ahora, quizás, un hotel. El imponente Palacio de Miramar se erige en la bahía de la Concha desde 1893, una construcción de marcado estilo inglés que fue encargada por la Casa Real española y que selló su unión con la ciudad convirtiendo a ésta en el principal referente del turismo aristocrático. Los tiempos de bonanza del edificio son pasados y, a pesar de su inigualable situación, con una de las vistas más espectaculares de la capital donostiarra, el actual espacio es deficitario. Un hotel podría revertir la situación.
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