El espectáculo lleva al espectador a los tres mundos de Dante (el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso); tres universos estéticos y sonoros diferentes donde se muestra toda la gama de posibilidades técnicas del trabajo de Pellisari.
Las mujeres y los hombres, terrestres y divinos, mortales e inmortales de los que Dante narra en La Divina Comedia no son cuerpos, sino inteligencias, memorias, visiones, deseos, ideas: almas. Y las almas no pesan. Esta intuición física y poética es el punto de apoyo desde el que emprende, literalmente, el vuelo el montaje de Emiliano Pellisari. Sobre el escenario los bailarines acróbatas se mueven, vuelan en el aire y crean figuras irreales. Inspirado en las maravillas del teatro barroco y sostenido por los actuales recursos tecnológicos, esta performance total es una encrucijada entre magia, ilusión y nouveau cirque.
En Del infierno al paraíso, el viaje se desmaterializa poco a poco: las referencias, que nunca son realistas, al principio se reconocen en los episodios y en los diferentes protagonistas del poema, para luego adquirir una transformación menos evidente. Y en el mismo tiempo, cada vez más puro es el corazón visual del espectáculo, en la comprensión y restitución del progresivo extravío de sí del hombre Dante, prevaleciendo un estupefacto sentir espiritual, de una suspendida y cándida ligereza del ser.
Emiliano Pellisari basa su trabajo en el sueño del hombre de volar y de llegar más allá de toda comprensión y su personal estilo se inspira en estudios previos del teatro griego y del Renacimiento, y en su pasión por los inventos mecánicos fantásticos.
Toda la obra de Pellisari se produce en su taller de teatro donde se crean la maquinaria teatral y las coreografías. El trabajo creativo de Pellisari se basa en la convicción de que el arte debe, ante todo, transmitir emociones a través de la belleza, el sueño y la sorpresa.
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