Doce Notas

La OSCyL pone música a Nosferatu, de Murnau, dentro de la Seminici

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Nosferatu, de Murnau

La Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL) y la Seminci colaboran en un concierto extraordinario que tendrá lugar este viernes, 28 de octubre, a las 20 h. en el Auditorio del Centro Cultural Miguel Delibes. La OSCyL interpretará la banda sonora original del clásico del cine mudo Nosferatu, de F.W. Murnau.

Bajo la batuta del director David Hernando Rico, la OSCyL interpretará la música que compuso Hans Erdmann para el estreno berlinés el 4 de marzo de 1922. La partitura ha sido reconstruida por Berndt Heller para la restauración de la película realizada por Luciano Berriatúa en 2005 y 2006 para la Fundación Friedrich-Wilhelm-Murnau.

El director de orquesta David Hernando Rico dirigirá a la OSCyL en su ciudad natal,  donde inició sus estudios de piano en el conservatorio. Posteriormente se trasladó a Eslovaquia, donde cursó estudios de dirección de orquesta en la Universidad de Música de Bratislava. Es, además, el fundador de la Orquesta Sinfónica de Bratislava, con la que ha realizado más de 500 grabaciones, especialmente de música de cine con bandas sonoras de compositores como Roque Baños, Joan Valent, Pascal Gaigne, Hans Zimmer, Brian Tyler, Lorne Balfe o Michel Legrand.

Este concierto supone la tercera colaboración consecutiva de la Seminci con la OSCyL, tras los celebrados en la edición número 59 de la Seminci, cuando interpretó la música de Blancanieves (Pablo Berger) de forma simultánea a la proyección, y la del año siguiente, en el que la orquesta interpretó la banda sonora de El acorazado Potemkin, coincidiendo con el 90 aniversario del film dirigido por Sergei M. Eisenstein.

Curiosidades del film y su banda sonora

Curiosamente, Murnau no creía que el cine pudiera llegar a ser una obra de arte. Así se lo manifestó al compositor Hans Erdmann cuando ambos se reunieron para hablar sobre la música que habría de acompañar la proyección de Nosferatu. “Por supuesto, -escribía Erdmann- el día de aquel encuentro con el cine en la calle Friedrichstrasse yo había dado mi conformidad, pero ahora… ¿Acaso no estaba comprometido contractualmente con la capacidad del cine para ser arte? ¿Qué se le ha perdido a un músico en el cine, cuando impera la opinión categórica de que no puede ser una obra de arte? Pero si yo procedía del teatro, donde hasta el último tramoyista está penetrado de su misión artística. ¿Y qué me dice aquí el director?”.

Hans Erdmann Timotheus Guckel (1887-1942) nació en Breslau (Polonia). Estudió violín, teoría de la música y composición, y se doctoró con la tesis Historia de la música de la iglesia católica en Silesia. Durante su época de estudiante, entre 1907 y 1908, trabajó como director en la Sala de conciertos de Breslau y repetidor del coro del teatro municipal. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial fue llamado a filas. Al finalizar la contienda se trasladó a Jena (Alemania), donde  desempeñó el cargo de director adjunto en el teatro de la ciudad. En 1921, la recién creada Compañía Prana Film le puso al frente de la dirección artística y le encargaron la composición de la música para la primera producción de la compañía, Nosferatu-Una sinfonía del horror, dirigida por F. W. Murnau. La película fue estrenada el 4 de marzo de 1922 en la Sala de mármol del Zoo de Berlín.

La Compañía Prana Films tuvo una existencia efímera debido al caos económico producido por la inflación. En los años siguientes, Erdmann trabajó en diferentes teatros en Potsdam y Berlín. En 1924 hizo crítica musical para la revista cinematográfica Reichsfilmblatt y dos años después empezó a colaborar en Film-Ton-Kunst (Cine-Sonido-Arte) y fue miembro fundador de la Sociedad Gefima (Gesellschaft der Film-Musik-Autoren) cuyo objetivo era velar por los intereses de los compositores cinematográficos. Precisamente, en un artículo publicado en Film-Ton-Kunst en agosto de 1927, Erdmann, tras narrar su primer encuentro con Murnau, escribe: “Yo componía y Murnau rodaba, cada uno por su lado, y los dos en paz. Y después vi una película por primera vez. ¡Lástima, lástima, lástima! Me lo había imaginado todo completamente distinto. Así descubrí el cine. El sentido era el correcto. Pero, por lo menos, en aquel entonces vi una serie de fotografías de estudio, y recibí y utilicé algunos consejos de Murnau: la imagen de las escenas que se había formado en mi mente no correspondía con la suya”.

“En apariencia puede resultar paradójico, pero este decepcionante primer encuentro de Erdmann con el cine constituyó el revulsivo que le llevaría a darse cuenta que la música para el cine debía ser algo más que un mero acompañamiento y, en consecuencia, responder a un código propio y específico”, afirma Julio García Merino, archivero musical de la OSCyL.

No ha sobrevivido la partitura original escrita para Nosferatu, pero sí se conservan dos suites que el propio compositor preparó en 1926 con el título de Fantastisch-romantische Suite Teil 1 und Teil 2. Fueron editadas por la casa Bote & Bock en dos versiones, una para gran orquesta, la otra destinada a un conjunto de cámara. Este ha sido el punto de partida de las reconstrucciones, en verdad muy diferentes, que hicieron el austriaco Berndt Heller en 1984, con motivo de la restauración del film, y la norteamericana Gilliam B. Anderson, en 1995. Como señala Luciano Berriatúa, es muy probable que Erdmann decidiera publicar su música en forma de dos suites en un intento de salvar una partitura que, con toda seguridad nunca volvería a interpretarse en los cines. Es sabido que la compañía Prana no quiso reconocer que la película se basaba en la novela Drácula de Bram Stoker, y que a pesar de las modificaciones que Murnau introdujo en la historia (como el de la sustitución de los nombres de los personajes) con el fin de evitar cualquier vinculación con la novela, la viuda del escritor llevó el caso a los tribunales (reclamó 5000 libras a la DAFU, compañía que se había quedado con los derechos y materiales de Prana) y lo ganó. El fallo del juez fue la destrucción del negativo y todas las copias localizadas en julio de 1926.

En la citada edición de Bote & Bock se daba la opción de que la música pudiera ser utilizada de modo fragmentario para el acompañamiento de otras películas. El problema es que, dada la duración de las dos suites, unos 40 minutos, estas no contienen todo el material que el compositor debió de escribir.

Trascendencia cultural

La trascendencia cultural del film de Murnau queda reflejada con claridad cuando en el año 1979 el outsider Werner Herzog realizó su Nosferatu: su objetivo era hacer una versión totalmente nueva por lo que nunca consideró su película un remake de la de Murnau. “Lo que realmente intenté hacer -afirmaba Herzog- fue conectar mi Nosferatu con nuestro auténtico legado cultural alemán, con las películas mudas de la era de Weimar y la obra de Murnau en particular. […] En muchas maneras esta película fue para mí el último capítulo del proceso vital de “relegitimización” de la cultura alemana que ha tenido en años recientes”.

Y toda esa fuerza de narración musical se podrá disfrutar este viernes, 28 de octubre, en el Auditorio del Centro Cultural Miguel Delibes. “Nosferatu no deja  de ser”, como subraya el archivero de la OSCyL, “una hermosa e inquietante pesadilla de la belleza de lo siniestro y lo macabro; pesadilla que como cualquier otra sobre lo oculto puede ser un camino perfectamente válido y alternativo a la ortodoxia para preguntarnos sobre la existencia de otros infiernos y, quizá, otros paraísos”.
www.centroculturalmigueldelibes.com

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