Doce Notas

Trilogía de Tonadilla, de Blas de Laserna, en la Fundación Juan March

antigua  Trilogía de Tonadilla, de Blas de Laserna, en la Fundación Juan March

Imagen de los ensayos. Cortesía FJM

Bajo el título Teatro Musical de Cámara, la Fundación Juan March inició en 2014 una línea de programación centrada en un vasto corpus teatral que por sus características (obras de pequeño formato destinadas a un número reducido de intérpretes), no suele tener cabida en los teatros de ópera convencionales.

El primero de los títulos ofrecidos fue Cendrillon de Pauline Viardot. A esta iniciativa se sumó el Teatro de la Zarzuela forjando una alianza institucional que cristalizó la temporada pasada en la coproducción de tres títulos: la recuperación moderna de Fantochines de Conrado del Campo, Los dos ciegos de Francisco Barbieri y Une éducation manquée de Emmanuel Chabrier.

Esta nueva coproducción amplía los horizontes cronológicos y se adentra en el teatro breve español de finales del siglo XVIII con la representación de tres tonadillas escénicas hasta ahora inéditas de Blas de Laserna (1751-1816), figura clave de la historia de la música española y uno de los compositores más exitosos en el cultivo de la tonadilla en la escena teatral madrileña. Este género dramático-musical floreció en la segunda mitad del siglo XVIII y las primeras décadas del XIX y se caracteriza por ser una breve acción cantada que se interpretaba, a modo de intermezzo, en los intermedios de obras escénicas de mayor duración. De manos de Laserna, de cuyo fallecimiento se conmemora ahora el segundo centenario, la tonadilla alcanzó sus máximas cotas de popularidad. Su íntima vinculación con el teatro madrileño dieciochesco y su naturaleza cómica asociada a códigos sociales del momento son algunos de los principales rasgos de este particular género, que desapareció por completo de los escenarios a comienzos del siglo XIX. Justo un siglo después, los intentos por revivir la tonadilla promovidos por musicólogos y compositores como José Subirá y Julio Gómez (autor de la tonadilla El Pelele, que precisamente se repondrá en esta misma sala el próximo mes de abril), no acabaron por dotar de continuidad a una incipiente tradición interpretativa. Y de este modo, la recuperación para el público del siglo XXI de este género de excepcional importancia para la historia del teatro musical y de la cultura española afronta retos de envergadura que pasan necesariamente por actualizar sus códigos sin desvirtuar su esencia.

El programa de mano incluye Introducción y Notas a cargo de las musicólogas Elisabeth Le Guin y María Cáceres, además de la ficha artística, los argumentos, los textos cantados, una biografía de Blas de Laserna que incluye un plano geométrico El Madrid de Blas de Laserna, un texto de Pablo Viar (director de escena) sobre La tonadilla escénica o el reflejo de lo cotidiano, una selección de textos publicados en los últimos años del siglo XVIII y principios del siglo XIX y ordenados por criterio cronológico que contienen significativas alusiones a la tonadilla escénica, un listado de fuentes y criterios de edición, las biografías de los directores de escena y musical, los intérpretes y la orquesta y, para terminar, una selección bibliográfica con un índice de ilustraciones.

Para desarrollar este proyecto de teatro musical, el habitual salón de actos de la Fundación Juan March se transforma en un pequeño teatro.

El programa dedicado a la tonadilla escénica del siglo XVIII ofrece la atractiva y poco frecuente posibilidad de visitar y explorar un género dramático-musical cuya presencia en los escenarios madrileños de la época resultó tan intensa como efímera. Y hacerlo, además, a través de tres obras muy representativas del arte de Blas de Laserna, uno de sus más prolíficos y destacados compositores.

La edición de La España antigua y La España moderna se basa en sendas fuentes manuscritas de finales del siglo XVIII catalogadas en la Biblioteca Histórica de Madrid, cuyo archivo custodia la documentación de los teatros municipales históricos: el Teatro de la Cruz y Teatro del Príncipe.

Estas fuentes fueron copiadas a finales del siglo XVIII o principios del XIX para la colección de tonadillas que poseía la Biblioteca del Palacio Real. En este entorno se conservaron hasta que, durante el reinado de Amadeo I, la colección de tonadillas pasó a integrarse en la Biblioteca del Real Conservatorio de Música de Madrid, donde se conservan en la actualidad.

Una tercera copia fue realizada en la segunda mitad del siglo XIX y se custodia actualmente en el Fondo Barbieri de la Biblioteca Nacional, integrada en una amplia colección de tonadillas. En el caso de La España moderna existe, además, una cuarta fuente: un manuscrito del siglo XVIII también conservado en la Biblioteca Nacional.

En el caso de El sochantre y su hija, la fuente original (procedente de los teatros municipales) ha desaparecido, por lo que ha sido necesario partir de la copia conservada en la Biblioteca del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y de la copia manuscrita de la partitura general del siglo XIX custodiada en la Biblioteca Nacional.

El texto de las dos primeras tonadillas aparece transcrito y editado en el libro Tonadillas teatrales inéditas: libretos y partituras con una descripción sinóptica de nuestra música lírica, de José Subirá. Aunque esta fuente ha servido como material de consulta, la presente edición se basa en las fuentes musicales.

De carácter satírico-alegórico, La España antigua (1784) y La España moderna (1785) constituyen dos ejemplos paradigmáticos de tonadillas a solo o compuestas para un único intérprete. Se trata de piezas que carecen de un argumento como tal, y en las que su protagonista absoluta, la tonadillera, aparecía como una aguda comentarista de las vicisitudes sociales de su época. Algunas de aquellas carismáticas artistas, cuyas imágenes han llegado hasta nosotros a través de los retratos de Goya, alcanzaron, como es sabido, una enorme popularidad en su tiempo. La inmediata conexión que se establece entre ambas piezas desde sus títulos mismos, y las comparaciones que los asombrosamente actuales contenidos de ambos textos establecen entre los avatares diarios de dos épocas distintas —la antigua y la moderna o la de “entonces” y la de “ahora”—, nos permitirán acompañar a los personajes en una travesía temporal desde el momento histórico en que las piezas fueron estrenadas (los últimos años del convulso y fascinante siglo XVIII), hasta la no menos convulsa y fascinante actualidad.

De argumento costumbrista y cómico, El sochantre y su hija (1779), la tonadilla a tres que ocupa la parte central del programa, presenta, a diferencia de las dos piezas a solo, un argumento cómico de ficción protagonizado por el sochantre, su hija y el pretendiente de esta, un joven barberito. Se trata de una trama más desarrollada, un conflicto amoroso que se presta a ser ampliado a las otras piezas del espectáculo.

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