Sin embargo, puede decirse que el grueso de los libros de piezas para vihuela se cifra en siete, que, contando con los dos ya mencionados de Milán y Daça, son los siguientes: Los seys libros del Delphin de musica de cifras para tañer vihuela | Luis de Narváez [Valladolid, 1538]; Tres libros de música en cifra para vihuela | Alonso Mudarra [Sevilla, 1546]; Libro de música de vihuela intitulado Silva de Sirenas | Enríquez de Valderrábano [Valladolid, 1547]; Libro de música de vihuela | Diego Pisador [Salamanca, 1552]; Libro de música para vihuela, intitulado Orphénica Lyra | Miguel de Fuenllana [Sevilla, 1554].
En el presente recital se nos presentan piezas sobre todo de los libros de Enríquez de Valderrábano [c. 1500-c. 1557] y Miguel de Fuenllana [c. 1500-1579], que aunque de calidad superlativa, han permanecido en cierta forma a la sombra de los libros de Milán, Mudarra o Pisador. Un total de 18 piezas, de las cuales 7 pertenecen a Valderrábano y 6 a Fuenllana, quedando las cinco restantes para Luys de Narváez [c. 1500-c. 1550/60] [2], Alonso de Mudarra [c. 1510-1580] [1], Esteban Daça [c. 1537-1591/96] [1] y un anónimo. Hay aquí arreglos de chansons francesas –sobre Josquin– y canciones hispánicas, de villancicos –sobre Flecha–, de secciones de misas polifónicas –sobre Josquin–, pero sobre todo composiciones originales, como fantasías [7], variaciones sobre temas populares [3] y tres sonetos de Valderrábano –piezas sin nombre, a las que se denominaba sonetos–.
El encargado de acercarnos este «ramillete» de extraordinarias obras es John Griffiths, intérprete y musicólogo australiano, al que el siglo de Oro español y especialmente el repertorio para vihuela le han obsesionado desde hace años, de tal forma que ha sido uno de los que más estudios han realizado sobre el instrumento, sus autores y las obras, además, como podemos comprobar en el presente registro, de ser un fantástico intérprete de las mismas. Es curioso el caso de los australianos, un país tan absolutamente alejado y con personas a priori tan distantes de la cultura hispánica, que sin embargo se han convertido en potentes embajadores de la música del XVI español. Me refiero al propio Griffiths –para la música instrumental– y a Michael Noone –quien hace lo propio con la producción vocal sacra–. Es obvio que la música española del Renacimiento tiene una calidad superlativa y algo muy especial que hace a personas acercarse desde miles de kilómetros para su estudio e interpretación.
Griffiths se acerca a estas obras de la única manera que parece posible hacerlo: la calidad interpretativa, por supuesto, la técnica solvente que no emborrone lo exquisito de las líneas, pero especialmente el carácter y la expresividad, sabiendo aportar la calma y la delicadeza que subyacen en este repertorio, y especialmente esa capacidad expresiva, ese poder tan sugerente y la hondura que hay realmente detrás de cada pieza. Como bien se señala en las notas críticas del disco –redactadas por él mismo–, la música para vihuela puede resultar a veces realmente asequible al oído, siendo posible distinguir y seguir cada una de las líneas, pero también puede ser tremendamente compleja, con una densidad textural y una concepción contrapuntística verdaderamente intrincada que hacen que su audición se torne más exigente. Lo que sí es seguro, en cualquiera de los casos, es que al escuchar una vihuela, así como la música que se compuso para ella en la España del XVI, uno siente un enorme placer, una inmensa paz interior. Resulta una música tremendamente introspectiva, que invita a la reflexión, al disfrute intelectual, y eso supone siempre un ejercicio tan necesario como habitualmente ignorado. Cabe destacar el precioso sonido de la vihuela en La tañida por Griffiths, construida por Ian Watchorn en 2012 sobre modelo de Belchior Dias.
Un fantástico registro con el que Contrastes Records –reciente discográfica, con sede en London, pero relación estrecha con Sevilla– anota una primera referencia dedicada a la vihuela y a los repertorios pretéritos en su curioso e interesante catálogo, dedicado en exclusiva a la cuerda pulsada –especialmente la guitarra–. El disco cuenta con una límpida y fabulosa toma de sonido –llevada a cabo por Thomas Grubb y Mano Music– y una presentación muy interesante, sencilla, casi minimalista, concebida para la ocasión por Morpheus Communications Inc. Sin duda la música de nuestros vihuelistas merece esto y muchísimo más. Los hay que seguimos esperando con ansia desmedida una integral de los siete libros de vihuela publicados en el XVI. Griffiths sería una buena opción para llevarla a cabo, sin duda, aunque también tenemos en España grandes intérpretes capaces de ello. No son tiempos que ayuden a tal empresa, pero seguiremos soñando.