Doce Notas

Les Musiciens du Louvre Grenoble y la música historicista

hacia el siglo 21  Les Musiciens du Louvre Grenoble y la música historicista

Les Musiciens du Louvre Grenoble

El pasado día 4 de febrero, Auditorio Adán Martín de Tenerife, acogió Les Musiciens du Louvre Grenoble con su director Marc Minkowski, Francesco Corti al fortepiano y Thibault Noally al violín. Ofrecieron el Concierto para piano y orquesta núm. 23, en La mayor, k. 488 y el Concierto para violín y orquesta núm. 5, en La mayor, K.219, “Turco” de Wolfgang Amadeus Mozart, y la Sinfonía núm.8 (9), en Do menor, D. 944, “Grande” de Franz Schubert.

Minkowski es un reconocido director por su labor historicista desde que fundó Les Musiciens du Louvre en 1982, e igualmente a través de su trabajo con las más emblemáticas orquestas y agrupaciones musicales, a nivel internacional, enfocadas a la interpretación de un repertorio barroco, clásico y romántico con fines historicistas. Fue precisamente en esta década de los ochenta cuando el repertorio clásico y primer romanticismo, como el que acoge el concierto que nos ocupa, con obras de Mozart y Schubert, tomó interés dentro del movimiento histórico. Concretamente el recién fallecido Christopher Hogwood, fue quien abordó el ciclo completo de las Sinfonías de Mozart con instrumentos del periodo, ampliando así el campo de interés desde el barroco hasta el romanticismo.

Como la degustación de un buen vino

El director en Les Musiciens du Louvre, cumplió el rol de intermediador entre compositor y público, implicándose en la interpretación historicista de la música. En este sentido, Minkowski genera siempre expectación antes del concierto, suele sorprender durante y permanece en nuestras mentes tras el final. A pesar de sus singularidades, la lectura historicista que ofreció en el pasado concierto, bien se puede semejar a la degustación de un buen vino, al motivar la imaginación, creatividad y por supuesto el mundo de los sentidos.

Ofrecer una buena lectura historicista de Mozart y Schubert requiere contar con bastante experiencia en este repertorio, y eso fue lo que Minkowski mostró en sus versiones de los conciertos y sinfonías de dichos autores. A partir de su bagaje, se permitió licencias más o menos creativas, extravagantes, o ambas a la vez, para adaptar su idea o concepción de la obra al gusto de la época.

El repertorio de este concierto en versión historicista, requirió una interpretación ajustada a los estilos y a los instrumentos musicales desde una perspectiva nacional. En lo que a instrumentación se refiere destacó el uso de una orquestación muy adecuada, a pesar de todos los riesgos y retos sonoros que ello presentó, por las modificaciones que presentó y por la propia interpretación.

El director, abrió el concierto con una introducción sobre el sonido que el público encontraría a continuación, así mismo particularizó en el pianoforte y la diferencia sonora respecto del concierto del día previo con la Filarmónica de San Petersburgo y la cantidad de contrabajos que tenían en plantilla. Verdaderamente suponía para el público, pasar de una experiencia con una de las mayores orquestas en cuanto a plantilla instrumental, a otra que por razones de estilo, debía ser muy reducida en todas las familias instrumentales. La cuerda sería uno de los cambios más significativos con una veintena de músicos para toda la sección en Les Musiciens du Louvre, o los vientos, que igualmente contaban con una presencia mucho más reducida, propia para la obra de Mozart y Schubert. Pero a pesar de estas perceptibles y visibles diferencias, ¿era necesaria la aclaración?

En cuanto a la instrumentación, añadir el infortunio de la participación de cuatro trompas que abrieron la Sinfonía de Schubert en el primer intento y dos en el segundo. El famoso motivo introductorio del primer movimiento de la Sinfonía Grande de Schubert, contó con una segunda posibilidad para mejorar la primera, aunque no con éxito. Minkowski paró el concierto tras la primera interpretación del tema de trompas, al parecer a causa de la rotura de una cuerda, pero minutos después, se reinició la obra, cuando el músico afectado por el imprevisto aún no había ocupado su atril. Trompa o cuerda, ¿cuál fue la razón?

El público supo hacerse y adecuarse a la nueva realidad sonora sin problemas, e igualmente apreciar y valorar el concierto con una buena recepción. El trabajo que ofreció director y agrupación, supone un reto desde el momento que se concibe qué se quiere presentar musicalmente y cómo, al tratarse desde un enfoque con mucho énfasis en la adecuación histórica. El público pudo escuchar otro Mozart y más aún otro Schubert, tanto por las particularidades del director, como por no responder a la habitual interpretación de las orquestas tradicionales de hoy.

La idiosincrasia del auditorio de Tenerife, en lo que concierne a la acústica, podría ser visto como un reto para cualquier director y particularmente para el que pretende una interpretación de música historicista y cuenta con una pequeña agrupación instrumental. A ello le sumamos la utilización de instrumentos que no cuentan con los mecanismos de funcionamiento evolucionados, para proyectar el sonido en grandes salas. Sin embardo, en el pasado concierto, lo que podría plantearse como un desafío, se presentó como una fortaleza del director, quien supo aprovechar la posibilidad de mostrar que también responde al historicismo desde esta premisa espacial, de adecuación y distribución orquestal.

Minkowski, a la manera de los concertinos del clasicismo y romanticismo, adaptó la disposición y constitución de las secciones de la orquesta para sacar mayor provecho sonoro, tanto a la sala como a las particularidades de la música que se interpretó. Este era el procedimiento habitual en el clasicismo, la agrupación se adaptaba a cada circunstancia particular y obra y esta labor recaía en la responsabilidad del concertino, llegando a ser esta su principal misión.

La figura del director para la interpretación de la música de esta etapa es un anacronismo histórico, ya que hasta la llegada del romanticismo, el director no aparece como una figura al uso. Es también, a partir del siglo XIX, cuando se tendió a estandarizar la disposición orquestal en las primeras salas que se construyeron para las nuevas sociedades filarmónicas.

Tal vez, el que no contemos con un referente como verdadero director de la época, fue la razón de Minskowski para dirigir a su agrupación, desde un lateral, en la primera parte del concierto y después tomarse la licencia de contar con su propia banqueta en la tarima del director, para descansar entre los movimientos de las obras.

Las propuestas para la distribución orquestal de Minkowski, oscilaron entre el enfrentamiento de secciones, con vientos madera en las primeras filas a la derecha del escenario, cuerdas a la izquierda y el pianoforte centrado para el concierto de Mozart, o con efecto estereofónico dentro de una misma familia, como los vientos metales en Schubert, etc. Todas ellas muy correctas históricamente. También destacó el efecto provocado al colocar, para la interpretación de la sinfonía, la sección de contrabajos al fondo, siendo lo más habitual para la época enfrentarlos y entremezclarlos con los violonchelos. En cualquiera de los casos, la acústica fue bien trabajada, práctica no habitual fuera de esos circuitos de música historicista, y además, con criterio y buen resultado sonoro.

Los componentes de Les Musiciens du Louvre lucieron una interpretación rica en colorido, muy líricos en los momentos más melódicos y sobre todo mostraron una exquisita articulación de la música, con mucha fuerza y vigor rítmico, según marcaba la mano del director, con tal euforia que incluso le hizo perder efímeramente la batuta. Igualmente, lograron marcar los cambios de textura en todas las obras y adecuaron el tempo al ritmo armónico, como era lo propio en el clasicismo.

Los solistas Francesco Corti al fortepiano y Thibault Noally al violín, interpretaron sus papeles de solista muy acorde con la línea de pensamiento de la agrupación y director. Corti, destacó por una articulación muy equilibrada, claridad en la ejecución y destacada expresividad en el Adagio del Concierto para piano de Mozart. Mientras que Noally, descolló por expresividad y vigor con marcadas acentuaciones, que fueron superadas con creces por los contrabajos con la ejecución de pronunciados sforzandos y acentos, que rozaron lo innovador para la época, en la interpretación del Concierto para violín de Mozart.

Sabor a autenticidad en el 31 Festival Internacional de Música de Canarias

La música historicista ha tenido un papel relevante en la presente edición del 2015. La Akademie Für Alte Musik Berlin, I Turchini con su titular Antonio Florio, el director Trevor Pinnock, y Les Musiciens du Louvre con Marc Minkowski al frente, constituyen un elenco de lo más representativo hoy día a nivel internacional, en estos postulados interpretativos.

Cada uno de ellos, nos ha presentado una diferente lectura de la música historicista y todos parecen coincidir en que una interpretación bajo este prisma, no es simplemente usar instrumentos de la época.

Así lo han transmitido musicalmente y esa es la idea que dejan ante un público, que gracias a esta programación enfocada más de lo habitual a este repertorio, pueden tener aún más claro qué significa escuchar un concierto con “instrumentos originales”.

Un concierto historicista es más que eso, incluso no todos los instrumentos que se usan habitualmente en estas agrupaciones, son exactamente instrumentos de época, sino que unas veces son originales, otras veces versiones y otras adaptaciones de los modernos a lo que deberían ser para la época. Porque a pesar de ello, el mensaje historicista, nos llega desde el sonido auténtico, pero también a través de la interpretación más fidedigna de las intenciones musicales y expresivas del autor.

La investigación musicológica tiene un papel importante que cubrir, para aportar al intérprete toda la información pertinente, tanto musical como histórica y social, de los distintos estilos musicales que comprende la historia de la música, para así poder abordar la interpretación con esos criterios o en contra de ellos, pero siempre sobre el conocimiento.

La presentación o advertencia del director de Les Musiciens du Louvre, M. Minskowski, en el pasado concierto, sobre el sonido que se encontraría el público, deja ver su creencia en la necesidad de explicar que aquello no sería como la orquesta Filarmónica de San Petersburgo.

Este hecho habla por sí solo. Realmente Minskowski, con su consolidada trayectoria y experiencia en la interpretación de música historicista, y con la variedad de público que ha conocido a nivel internacional, ha considerado necesario explicar, grosso modo, en qué consistiría una interpretación historicista de la música. ¿Deberíamos tomar la “lección” como una visión de carencias en este público en particular, o tal vez sólo como una necesidad extendida aún a muchos públicos?

Por todo ello, se quiere subrayar el interés mostrado por parte del 31 Festival Internacional de Música de Canarias sobre la música historicista, ya que el peso que ha soportado en la presente edición, ha sido significativa y no sólo un toque de color. Ha acercado al público de Canarias este repertorio, a través de agrupaciones y directores que representan las más actuales y reconocidas tendencias historicistas.

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