El señor de los anillos – La comunidad del anillo. Solista/s: Clara Sanabras, voz. Javier Ronco niño solista. Orquesta: Orquesta Nacional de España. Coro: Escolanía del Sagrado Corazón de Rosales. Shih-Hung Young director. Coro Nacional de España. Obras: H. Shore (1946)]

‘La comunidad del anillo’ concierto-proyección OCNE
¿Es la música en directo positiva para la experiencia audiovisual? ¿Qué diálogo establecen una batuta y una imagen? Nuestra vivencia nos demostró cómo el espectador se ve imbuido e involucrado en mayor medida de como hubiera sido con la interpretación musical en diferido.
Podría considerarse una forma diferente de ver el cine y entenderlo. De esta manera se puede llegar a conseguir un acercamiento de una cultura que mueve masas, la de cine, a una menos popularizada, la de la música clásica. Asimismo ayuda a que el interés de los jóvenes por la música clásica aumente. El hecho de sacar de contexto una película proyectándola en un auditorio de prestigio, eleva su rango al de obra maestra. Siendo un acontecimiento donde los amantes tanto del cine como de la música clásica encuentren su sitio. No obstante, sería imposible generalizar esta forma de ver el cine por la gran cantidad de infraestructuras y labores técnicas que se requerirían, además de que el precio de las entradas sería menos asequible.
Desde el comienzo se nos pusieron los pelos de punta y nos vimos absorbidos con el primer choque que nos produjo ver la historia del origen de los anillos acompañada por la enérgica versión de One ring to rule them all. Abriendo de la mejor forma posible y anticipando la magnitud de lo que estaba por llegar. Es motivo de elogio la dificultad superada por esta agrupación, consiguiendo tocar sincronizados con la imagen durante tres horas, demostrando una gran resistencia.
En la versión original pasa desapercibida la grandeza y presencia del coro que potencia los momentos de tensión disparando al espectador hacia el climax, aunque a veces al estar tanto tiempo sin cantar, sus voces se empobrecían momentáneamente. En la partitura de Howard Shore se encuentran instrumentos de culturas diferentes, sobre todo en la sección de la percusión, como los tambores chinos. Esta diferencia instrumental es perceptible de manera visual más que auditiva.
Algo que nos llamó la atención fue la cantidad de público joven que había, nos parecía que la edad media había bajado casi diez años. Pudimos ver a gente que aparentemente no frecuenta el auditorio disfrutando más que muchos entendidos.
En definitiva, y como diría Bilbo Bolsón, una noche para recordar y para soñar con la segunda entrega de esta trilogía.