Thomas Bloch, ondas Martenot y armónica de cristal, y Pauline Haas, arpa, serán los encargados de abrir el ciclo el sábado 10. Interpretarán obras de Johann Julius Sontag von Holt Sombach (1962); Gabriel Fauré (1845-1924); Thomas Bloch (1962); André Jolivet (1905-1974); Jean René Combes Damien (1957); Olivier Messiaen (1908-1992); Bernard Wisson (1948); Jesús Guridi (1886-1961); Nino Rota (1911-1979); Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) y Pauline Haas (1992).
Este concierto incluye dos estrenos en España de los dos intérpretes: Formule (para ondas Martenot), de Thomas Bloch; y Volverán (para armónica de cristal y arpa), de Pauline Haas.
El origen de la armónica de cristal se remonta al siglo XVIII, cuando las posibilidades sonoras del vidrio comenzaron a investigarse de manera sistemática. El invento despertó el interés de Mozart, que compuso para él varias obras, siendo el Adagio y Rondó KV 617, de 1791, su última composición camerística. Tras caer en el olvido, la armónica de cristal revivió en la segunda mitad del siglo XX, a menudo en contextos cinematográficos, como en la banda sonora de Casanova del genial Nino Rota, y también con autores como Johann Julius Sontag von Holt Sombach, que recupera en sus obras el espíritu del clasicismo.
La sutilidad de la armónica de cristal es compartida por las ondas Martenot, cuyo nombre deriva de su inventor: el militar, violonchelista y telegrafista francés Maurice Martenot. El instrumento fue presentado en 1928 y refleja el espíritu experimental de una época que se había iniciado con la invención del theremín en 1919. Su tecnología se basa en un oscilador que genera ondas en forma de diente de sierra en válvulas de vacío. Las ondas están ligadas al nombre de Olivier Messiaen, quien las incluyó en su Sinfonía Turangalila y en su monumental ópera Saint-François d’Assise, entre otras. otros compositores que han escrito para este instrumento han sido Pierre Boulez, Edgar Varèse, Darius Milhaud, Arthur Honegger, Maurice Jarre y André Jolivet.
Bruno Forst, se encargará del concierto para virginal y clavicordios el sábado 17. Interpretará con un clavicordio del siglo XVI, anónimo, obras de Antonio de Cabezón (1510-1566) y Francisco Correa de Arauxo (1584-1654); y se servirá de un virginal para tocas las obras de William Byrd (1543-1623), Giles Farnaby (1563-1640) y Jan Pieterszoon Sweelinck (1562-1621); para J. Sebastian Bach (1685-1750) y Antonio Soler (1729-1783) se reserva un clavicordio del siglo XVIII.
El primer clavicordio es un “Bermudo” reconstruido a partir de los originales del siglo XVI que han sobrevivido, el virginal es copia de un instrumento de Ioannes Ruckers (Amberes, 1620) y el clavicordio barroco es copia de un original de C. G. Frederici (Gera, 1765).
Ninguna familia instrumental resulta tan compleja como la de tecla. Arrumbados por la dictadura del piano, instrumentos como el clavicordio, el virginal, la espineta, el claviórgano, la claviola, el claviarpa o el octavín han pasado a la denominación de rarezas que hoy cuesta distinguir. Pero el caos de nombres y tipos forma parte de la confusión entre unos y otros a la que suelen remitir las fuentes históricas. La familia al completo se suele relacionar con el monocordio, un antiguo instrumento de una sola cuerda que servía a los tratadistas para realizar sus experimentos.
Sergey Malov, con un violonchelo da spalla, nos descubrirá nuevos sonidos en las obras J. S. Bach; G. Ph. Telemann (1681-1767) y Marin Marais (1656-1728). Será el sábado 24.
Es posible que Bach compusiera sus suites para un instrumento a medio camino entre el violonchelo y la viola y tal vez la respuesta la encontremos en el violonchelo da spalla, de menor tamaño que el que hoy se ha impuesto y, que como su nombre indica, se toca sujeto a los hombros, casi como un violín o una viola. Es una rareza instrumental utilizada por los intérpretes desde finales del siglo XVII hasta mediados del XVIII.
Por último, Roberto Prosseda, se encargará el sábado 31 de un piano-pédalier, con el que hará sonar música de Robert Schumann (1810-1856), Alexandre-Pierre-François Boëly (1785-1858) y Charles Valentin Alkan (1813-1894).
Estamos en el siglo XIX, siglo del piano. Pero, ¿qué piano? Desde el siglo XVIII existían claves y fortepianos con pedales que llamaron la atención de creadores como Mozart, Mendelssohn o Gounod. Utilizado por los organistas como instrumento de estudio, el piano-pédalier despertó un interés entre ciertos compositores a mediados del siglo XIX. Uno de los más entusiastas fue Robert Schumann, quien desde 1844 inició un profundo estudio de la obra de Bach.
El desarrollo público del instrumento llegaría con las exposiciones universales de Londres (1851) y París (1855): en esta última, el virtuoso Alkan y el organista Lemmens interpretaron piezas para piano-pédalier. Este concierto que ofrece Prosseda con el piano-pédalier supone su presentación en España con este instrumento, además de ofrecer varios estrenos en España de Boëly y de Alkan.
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Los audios de todos estos conciertos estarán disponibles durante los 30 días posteriores a su celebración en: www.march.es/musica/audios